lunes, 3 de septiembre de 2018

Insuficiencia suprarrenal

Insuficiencia suprarrenal
Epidemiología, mecanismos causales, fisiopatología; manifestaciones clínicas, diagnóstico y tratamiento. Una enfermedad que suele pasar desapercibida por largo tiempo.
Autor: Dres. Evangelia Charmandari, Nicolas C Nicolaides, George P Chrousos Lancet 2014; 383: 2152–67
Introducción
La insuficiencia suprarrenal (IS) es un trastorno que puede causar la muerte, provocado por la insuficiencia suprarrenal primaria (ISP) o la enfermedad suprarrenal secundaria a la alteración del eje hipotálamo-hipofisario. Es la manifestación clínica de la deficiente producción o acción de los glucocorticoides, con o sin deficiencia de mineralocorticoides y andrógenos suprarrenales.
Manifestaciones clínicas
Independientemente de la causa, la IS ha sido fatal hasta el año1949, cuando fue sintetizado por primera vez el cortisol y se pudo comenzar a hacer el tratamiento de reemplazo de los glucocorticoides. Sin embargo, a pesar de este avance, el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes sigue siendo problemático.

Epidemiología

Según el mecanismo subyacente, la IS se clasifica en primaria, secundaria o terciaria.
  • La insuficiencia suprarrenal primaria(ISP) resulta de la enfermedad intrínseca de la corteza suprarrenal.
     
  • La IS central, es el conjunto de las insuficiencias secundaria y terciaria, está causada por el deterioro de la producción o de la acción de la corticotrofina (ACTH).
     
  • La IS secundaria está causada por la enfermedad de la hipófisis que obstaculiza la liberación de ACTH o por la incapacidad de las glándulas suprarrenales para responder a esa hormona.
     
  • La IS terciaria resulta de la alteración hipotalámica de la síntesis o la acción de la hormona liberadora de ACTH, la vasopresina arginina o ambas, la que a su vez inhibe la secreción de ACTH.
Hacia fines del siglo XX, la prevalencia de la ISP crónica en Europa se duplicó y actualmente se estima en 4,4-4,6 casos nuevos por millón por año. Durante la primera mitad del siglo XX, la causa más común de ISP fue la tuberculosis pero en la actualidad son más comunes las enfermedades autoinmunes.
El aumento de la frecuencia de ISP en las últimas décadas, asociado la declinación de la prevalencia de la tuberculosis indica que hay más casos de IS autoinmune. En una serie de 615 pacientes con enfermedad de Addison estudiados entre 1969 y 2009, el 82% correspondió a la forma autoinmune; el 9% a casos relacionados con la tuberculosis y alrededor del 8% a otras causas. La ISP ocurre con más frecuencia en las mujeres y puede presentarse a cualquier edad, aunque predomina entre los 30 y los 50 años.

La frecuencia de las diversas formas de ISP en los niños difiere sustancialmente de la población adulta. En los niños, son más comunes las formas genéticas. En una serie de casos de 103 niños con enfermedad de Addison, observados durante 20 años (1981–2001), la causa más frecuente fue la hiperplasia suprarrenal congénita (72%); otras alteraciones genéticas eran responsables de otro 6% mientras que la enfermedad autoinmune fue diagnosticada solamente en el 13% de los casos.

La IS secundaria es más común que la ISP y su prevalencia ha sido estimada en 150–280 por millón de personas y afecta con más frecuencia a las mujeres.
La edad pico en el momento del diagnóstico es la sexta década de la vida. Una revisión sistemática y metaanálisis de prevalencias de hipopituitarismo en pacientes adultos que recibieron irradiación craneana por tumores no hipofisarios mostró una prevalencia puntual de cualquier grado de hipopituitarismo de 0,66 y una prevalencia de deficiencia de ACTH de 0,.22.
La causa más común de IS terciaria es la administración prolongada de glucocorticoides exógenos, que conduce a la supresión prolongada de la secreción hipotalámica de la hormona liberadora de ACTH.

Mecanismos causales

Insuficiencia suprarrenal primaria
En los países desarrollados, el 80–90% de los casos de ISP están ocasionados por la adrenalitis autoinmune, la cual puede ser aislada (40%) o formar parte del síndrome de poliendocrinopatía autoinmune (SPEA) (60%).
La enfermedad de Addison autoinmune se caracteriza por la destrucción de la corteza suprarrenal por mecanismos inmunológicos mediados por células. En el 85% de los pacientes con ISP idiopática se detectan anticuerpos contra el esteroide 21-hnidroxilasa pero esa detección es muy rara en las otras causas. Por otra parte, en la enfermedad de Addison autoinmune se han identificado otros antígenos, como el esteroide 17α-hidroxilasa y la enzima de escisión de la cadena lateral del colesterol. El mismo hallazgo ocurre en la insuficiencia ovárica primaria.
Las células T y la inmunidad celular también tienen un papel importante en la patogénesis de la enfermedad de Addison autoinmune y la generación de autoanticuerpos puede ser secundaria a la destrucción tisular. Por otra parte, se han identificado varios genes que confieren susceptibilidad a la enfermedad de Addison autoinmune.

La ISP también puede presentarse en el contexto del síndrome depoliendocrinopatía autoinmune (SPEA), cuyos tipos 1 y 2 tienen una base genética. Los anticuerpos contra el interferón-ω  y el interferón-α son sensibles y específicos de ese síndrome; el análisis de las mutaciones genéticas confirma el diagnóstico en el 95% de los casos.
El SPEA tipo 2 se caracteriza por la IS autoinmune y la enfermedad tiroidea autoinmune, con o sin diabetes tipo 1; es más prevalente que el tipo 1. Suele asociarse con otras enfermedades autoinmunes, afecta más comúnmente a los hombres y generalmente se presenta en la cuarta década de la vida.
El SPEA tipo 4 es un síndrome raro que se caracteriza por la asociación de la enfermedad de Addison autoinmune con uno o más componentes menores de otras enfermedades autoinmunes (por ej., hipogonadismo, gastritis atrófica, anemia perniciosa, enfermedad celíaca, miastenia grave, vitíligo, alopecia e hipofisitis) pero está excluido el componente mayor del SPEA tipo 1 y 2 (candidiasis crónica, hipoparatiroidismo, enfermedad tiroidea autoinmune y diabetes tipo 1).

Existen otras causas de IS como las infecciosas, la inducción por fármacos, varias mutaciones genéticas entre las que se puede mencionar a la adrenoleucodistrofia, la cual presenta trastornos neurológicos provocados por la desmielinización de la sustancia blanca y las manifestaciones de la ISP, que se presentan en la infancia o la niñez.
Las dos formas principales de adrenoleucodistrofia son la forma cerebral (50% de los casos; se manifiesta en la primera infancia con una rápida progresión) y la adrenomieloneuropatía (35% de los casos, de comienzo en la primera infancia con lenta progresión), en la cual la desmielinización está restringida a la médula espinal y los nervios periféricos. Dado que la manifestación inicial puede ser la IS, hay que sospechar la adrenoleucodistrofia en los varones jóvenes con IS.

Síndrome antifosfolípido: En ocasiones, la ISP se presenta en forma aguda como consecuencia de una hemorragia suprarrenal bilateral en pacientes con síndrome antifosfolípidos. Se caracteriza por trombosis arterial y venosa recurrente, complicaciones gestacionales y autoanticuerpos antifosfolípidos. Puede presentarse aislada o manifestarse en el contexto de trastornos del tejido conectivo o malignos.

Niños: En los niños, la causa más común de ISP es la hiperplasia suprarrenal congénita, un grupo de trastornos recesivos autosómicos ocasionados por la deficiencia de una de las enzimas necesarias para la síntesis del cortisol en la corteza suprarrenal. La forma más común es la clásica deficiencia de 21-hidroxilasa, la que se caracteriza por la poca síntesis de glucocorticoides y en muchos casos de mineralocorticoides, hiperandrogenismo suprarrenal y alteración del desarrollo y funcionamiento de la médula suprarrenal. Existen otras formas más raras por deficiencia de otras hidroxilasas y enzimas (3β-hidroxiesteroide deshidrogenasa o P450 óxido reductasa).

Insuficiencia suprarrenal central
La IS secundaria es provocada por cualquier proceso que afecte a la hipófisis e interfiera con la secreción de ACTH. La deficiencia de ACTH puede ser aislada o estar asociada a las deficiencias de otras hormonas hipofisarias. La IS secundaria asilada puede estar causada por un proceso autoimmune, y con frecuencia se asocia a otros trastornos endocrinos autoinmunes (tiroiditis, diabetes tipo 1). La deficiencia de ACTH también puede tener su origen en mutaciones genéticas.

La IS terciaria resulta de procesos que afectan al hipotálamo e interfieren la secreción de la hormona liberadora de ACTH, la vasopresina arginina o ambas. La causa más común de supresión del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal es la administración prolongada de dosis elevadas de glucocorticoides. Para lograr la recuperación total de dicho eje, en la mayoría de los casos se requiere la lenta disminución de las dosis de glucocorticoides durante 9–12 meses.
La IS terciaria también ocurre en pacientes que se han recuperado del síndrome de Cushing, ya que las concentraciones persistentemente elevadas de cortisol previas al tratamiento inhiben al eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, de la misma manera que lo hacen los glucocorticosteroides exógenos.
Por último, los fármacos como la mifepristona, un antagonista del receptor de glucocorticoides, los antipsicóticos y los antidepresivos causan resistencia tisular, debido al deterioro de la señal de transducción de glucocorticoides.

Fisiopatología y presentación clínica
La corteza suprarrenal tiene 3 zonasdiferentes, las cuales secretan varias hormonas, bajo el control directo de mecanismos de retroalimentación bien conocidos.
La aldosterona es sintetizada en la zona más externa, la zona glomerular. Su secreción está sobre todo regulada por el sistema renina-angiotensina y las concentraciones de potasio extracelular. Por lo tanto, no está alterada en la IS secundaria o terciaria.
La secreción de cortisol de la zona fasciculada está principalmente regulada por la ACTH, la cual es liberada de la hipófisis anterior en respuesta a la hormona liberadora de ACTH y la vasopresina arginina. En las personas sanas, la secreción de cortisol es pulsátil y las concentraciones del cortisol circulante fluctúan naturalmente en forma circadiana, con concentraciones más elevadas a la mañana (06:00–08:00 horas) y más bajas alrededor de la medianoche.
Los andrógenos suprarrenales dehidroepiandrosterona y sulfato éster de dehidroepiandorsterona son sintetizados en la zona reticular, más interna. La dehidroepiandrosterona y su sulfato tienen un patrón particular: están relacionados con la edad en el período neonatal las concentraciones son muy elevadas y luego declinan hasta valores muy bajos durante los primeros meses de vida; posteriormente comienzan a aumentar continuamente entre los 6 y los 10 años, lo que se denomina adrenarquia. Las concentraciones máximas de esas dos hormonas se alcanzan durante la tercera década de la vida; luego declinan sostenidamente desde la quinta década (adrenopausia) hasta que alrededor de los 70 años disminuyen un 10–20% el valor de la concentración máxima. La disminución del sulfato de dehidroepidandrosterona relacionada con la edad no refleja la pérdida general de la secreción adrenocortical porque las concentraciones de cortisol incluso aumentan ligeramente con la edad.

Manifestaciones clínicas
Las manifestaciones clínicas de la ISP se deben a la deficiencia de todas las hormonas adrenocorticales (aldosterona, cortisol, andrógenos); también pueden observarse signos de otras condiciones autoinmunes concurrentes. La mayoría de los síntomas son inespecíficos y pueden retrasar el diagnóstico y el tratamiento.
En los niños con IS puede haber hipoglucemia y un mal control de la glucosa; en los pacientes con diabetes tipo 1 aparece la necesidad de reducir la dosis total diaria de insulina.
Un signo específico de ISP crónica que no aparece en la ISP aguda es la hiperpigmentación, la cual afecta sobre todo las áreas de piel sujetas a presión (codos, nudillos, pliegues palmares, labios, mucosa oral). Está causada por la estimulación de los receptores cutáneos de la melanocortina-1 debido a las elevadas concentraciones de ACTH circulante.
El período preclínico puede durar muchos años a partir de la detección de los primeros cambios metabólicos, aun en presencia de títulos elevados de autoanticuerpos específicos y concentraciones muy elevadas de ACTH.
En la IS autoinmune, la primera zona afectada por la destrucción inmunitaria suele ser la zona glomerular, quizás debido a que es más delgada que las otras dos zonas, o porque es más vulnerable al ataque autoinmune. Este cuadro explicaría el primer período de la IS caracterizado por una elevada actividad de la renina plasmática y concentraciones bajas de aldosterona, seguido por una fase de deficiencia progresiva de glucocorticoides, inicialmente con una respuesta inadecuada al estímulo estresante y luego por una fase de insuficiencia manifiesta con concentraciones bajas de cortisol basal.

Las manifestaciones clínicas de la IS secundaria o terciaria resultan solamente de la insuficiencia de glucocorticoides (la secreción de aldosterona y andrógenos suprarrenales está preservada); sin embargo, también puede haber signos de un trastorno primario subyacente.
La hiperpigmentación no está presente porque la secreción de ACTH no está aumentada; secundariamente, puede haber hiponatremia y expansión de volumen debidas al aumento inapropiado de la secreción de vasopresina arginina.
También podría haber síntomas y signos de deficiencia de otras hormonas de la hipófisis anterior. La primera presentación de la IS podría ser una crisis suprarrenal con peligro de muerte. Las manifestaciones clínicas incluyen:
  • vómitos
  • dolor abdominal
  • mialgias
  • artralgias
  • hipotensión grave
  • shock hipovolémico.
La presentación aguda puede ser precipitada por un estrés fisiológico como la cirugía, el trauma o una infección intercurrente.

Diagnóstico de la insuficiencia suprarrenal
Para el diagnóstico de IS existen 3 objetivos principales a confirmar:
  1. La secreción inapropiadamente baja de cortisol.
  2. La distinción entre IS primaria o central.
  3. La identificación de los procesos patológicos subyacentes.
Cualquiera sea la causa, el diagnóstico de IS depende enteramente de demostrar que la secreción de cortisol está inapropiadamente baja. Todas las pruebas de estimulación actuales miden la concentración total de cortisol, la cual está relacionada estrechamente con el cortisol libre biológicamente activo, pero quizás no sea ésta toda la situación.
Las concentraciones elevadas de globulina ligada al cortisol en las pacientes que reciben estrógenos orales durante el embarazo pueden provocar resultados normales falsos. Por el contrario, en los pacientes con cirrosis, las concentraciones de globulina ligada al cortisol son bajas y pueden dar lugar a resultados anormales falsos. La medición de las concentraciones séricas de cortisol libre puede ofrecer información adicional, aunque en general, los análisis disponibles, como la concentración de cortisol salival, podrían ser una alternativa útil.

En las personas sanas, las concentraciones séricas de cortisol son más elevadas a la mañana temprano (100–200 μg/L). Una concentración sérica de cortisol baja (<30 μg/L) en una muestra de sangre a la mañana temprano es un fuerte indicador d IS. Por el contrario, en la mayoría de los pacientes, una concentración sérica de cortisol matinal >150 μg/L supone una respuesta normal del cortisol sérico a la hipoglucemia inducida por la insulina, o a una prueba de ACTH corta. La medición simultánea de las concentraciones de cortisol y ACTH identifica a la mayoría de los casos de ISP.

Del mismo modo, la concentración de cortisol salival >5,8 μg/L a las 08:00 horas excluye la IS, mientras que un valor <1,8 μg/L indica una alta probabilidad de IS. Esta prueba se ha utilizado como prueba de detección para la IS pero no ha sido completamente validada como prueba diagnóstica.
La medición de las concentraciones de cortisol libre en la orina no es útil para el diagnóstico de IS, principalmente porque los niveles más bajos del rango no son contributivos.
En general, la medición de la concentración de ACTH plasmática basal distingue la ISP de la IS central. La medición simultánea de la concentración de cortisol sérico basal y de la ACTH plasmática puede confirmar el diagnóstico de IS y establecer su causa.
En las personas sanas, las concentraciones de ACTH a las 08:00 horas son de 20–52 ng/L.
En la ISP, la concentración de ACTH plasmática a las 08:00 horas es elevada y se asocia con concentraciones o elevadas o mayor actividad de la renina plasmática, concentraciones bajas de aldosterona, hiponatremia e hiperpotasemia.
Por el contrario, en la IS secundaria o terciaria, la concentración de ACTH plasmática es baja o normal baja y las concentraciones plasmáticas de renina y aldosterona suelen estar inalteradas, pero luego de una duración muy prolongada de deficiencia de ACTH aparece una deficiencia de mineralocorticoides. Habitualmente, las primeras concentraciones que aumentan en la IS autoinmune son las de la renina plasmática seguidas por el aumento de la concentración de ACTH y el descenso de la concentración de aldosterona.

La IS se caracteriza por la deficiencia de andrógenos suprarrenales. En los pacientes con ISP o central, las concentraciones séricas de dehidroepiandrosterona y su sulfato son bajas, pero estas características facilitan el diagnóstico solamente en los pacientes <40 años, debido a la fisiología y a la declinación de los andrógenos suprarrenales relacionadas con la edad.
En general, la IS se diagnostica mediante la prueba de ACTH con dosis estándar, la cual es segura, confiable y precisa.
Por medio de esta prueba se estimulan las glándulas suprarrenales con dosis farmacológicas (250 μg) de ACTH 1-24 exógena, la cual tiene toda la potencia biológica del aminoácido-39 de la ACTH. Se administra por vía intravenosa o intramuscular y se miden las concentraciones de cortisol sérico al comienzo y a los 30 y 60 minutos después de la administración. La concentración pico normal de cortisol es >180 μg/L. La prueba de ACTH con dosis estándar no debe ser usada durante las primeras 4–6 semanas después de un insulto hipotalámico o hipofisario porque la corteza suprarrenal podría todavía estar respondiendo adecuadamente a la administración de la ACTH exógena y dar un resultado normal falso.

Debido a que algunos pacientes con IS pueden tener una respuesta de cortisol normal a la prueba con dosis estándar de estimulación, dado que la dosis farmacológica de la hormona es suficiente para suscitar una respuesta, se han investigado pruebas con dosis más bajas (1 µg/L o 500 mg/1,73 m2)  para aumentar  la sensibilidad. Esta prueba puede ser más sensible y específica que la prueba estándar. Pero hay detalles técnicos que pueden influir en su precisión. Por lo tanto, la prueba se reservará para los pacientes con ISP o IS central de reciente comienzo (4-6 semanas de duración).
La estimulación prolongada con ACTH exógena se usa para diferenciar la IS primaria, secundaria y terciaria. En la ISP, las glándulas suprarrenales no responden a la ACTH, mientras que en las otras dos, la respuesta aparece luego de períodos más prolongados de estimulación con ACTH. La prueba implica la administración de  250 μg de ACTH por infusión intravenosa durante 24 horas, 2 o 3 días consecutivos, y se mide la concentración de cortisol sérico y de cortisol en la orina de 24 horas, como así la concentración de 17-hidroxicorticoide, antes y después de la infusión.

Ante la sospecha de IS secundaria, otra opción para confirmar el diagnóstico es hacer la prueba de tolerancia a la insulina, particularmente en los pacientes con sospecha de deficiencia de ACTH de reciente comienzo. Esta prueba investiga la integridad del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal y es ampliamente aceptada como el estándar de oro. Por otra parte, tiene la ventaja de evaluar la reserva de hormona de crecimiento. No obstante, no se debe hacer en los pacientes con enfermedad cardiovascular o antecedente de convulsiones y requiere una supervisión muy estrecha. Se administran 0,10–0,15 U/kg de insulina para inducir hipoglucemia y luego medir las concentraciones de cortisol cada 30 minutos, durante al menos 120 minutos.

La prueba de la hormona liberadora de ACTH evalúa la reserva de ACTH hipofisaria. Esta prueba puede ser útil para distinguir la IS secundaria de la terciaria, aunque esta diferenciación raramente es importante para el tratamiento y requiere la administración intravenosa de la hormona liberadora de ACTH a una dosis de 1 μg/kg (hasta un máximo de 100 μg) y la medición de las concentraciones de cortisol sérico y de ACTH plasmática basal, cada 15 minutos hasta 1 hora después de la estimulación y luego, cada 30 minutos hasta las 2 horas.
En los pacientes con IS secundaria no hay respuesta a la ACTH o es muy escasa, mientras que en los pacientes con IS terciaria hay una respuesta exagerada y prolongada a esa hormona.
Los autores llaman la atención de que ninguna de esas pruebas dinámicas, incluyendo el test de tolerancia a la insulina, clasifica correctamente a los pacientes con IS.
La IS secundaria leve puede pasar desapercibida y los individuos sanos pueden mostrar respuestas ligeramente anormales. Por lo tanto, es muy importante el criterio clínico, y los pacientes con síntomas persistentes sugestivos de IS deben volver a evaluarse.

El diagnóstico de IS autoinmune se basa en el hallazgo de autoanticuerposcontra la corteza suprarrenal, sin agrandamiento de las suprarrenales en la radiografía (tamaño normal o pequeño) y la presencia de otras enfermedades autoinmunes, con la exclusión de las otras causas conocidas de IS.
En más del 90% de los pacientes con adrenalitis autoinmunes de reciente comienzo se hallan autoanticuerpos anti corteza suprarrenal, o anti 21-hidroxilasa. Por otra parte, en algunos pacientes hay autoanticuerpos contra otras enzimas esteroideogénicas (P450scc, P450c17) y contra las células productoras de esteroides, los que pueden ser marcadores predictivos de insuficiencia ovárica primaria.
En los pacientes varones con enfermedad de Addison aislada y sin autoanticuerpos, se deben medir las concentraciones plasmáticas de los ácidos grasos de cadena muy larga, para excluir la adrenoleucodistrofia ligada a X.

Los pacientes sin una enfermedad autoinmune ni autoanticuerpos deben ser estudiados mediante una tomografía computarizada (TC) de las glándulas suprarrenales. En los países en desarrollo y poblaciones de inmigrantes, un diagnóstico diferencial es la adrenalitis tuberculosa.
En las primeras etapas, la TC muestra la hiperplasia de las glándulas suprarrenales, y en los estadios posteriores de la enfermedad calcificaciones irregulares. Otras causas más raras de IS que pueden ser detectadas mediante la TC suprarrenal son el linfoma suprarrenal bilateral, las metástasissuprarrenales o la infiltración suprarrenal ((sarcoidosis, amiloidosis, hemocromatosis).
Ante la sospecha de IS central, están indicadas las imágenes por Resonancia Magnética de las regiones hipotalámica e hipofisaria, ya que pueden revelar adenomas hipofisarios, craneofaringiomas, meningiomas, metástasis e infiltración sarcoidótica, histiocitosis de células de Langerhans u otras enfermedades granulomatosas.
Las imágenes no son necesarias en presencia de anticuerpos contra la corteza suprarrenal.

Tratamiento
La IS puede poner en peligro la vida. El tratamiento debe iniciarse tan pronto como se confirma el diagnóstico o más pronto aún si el paciente presenta en crisis suprarrenal.
Prevención y manejo de la insuficiencia suprarenal
 
Insuficiencia suprarrenal aguda 

Remplazo con glucocorticoides 

•Rehidratación rápida con infusiones de solución salina fisiológica con monitoreo cardíaco continuo. Inyectar 100 mg de hidrocortisona intravenosa, seguida de 100-200 mg de hidrocortisona en glucosa al 5% mediante infusión intravenosa continua (o, hidrocortisona por vía intramuscular/6 horas, en dosis de 50-100 mg, según la edad y la superficie corporal).

Remplazo de mineralocorticoides 

• Necesario solo en la ISP.
• No es necesario si la dosis de hidrocortisona es >50 mg/24 horas.

Remplazo de andrógenos suprarrenales 
• No se requiere

Insuficiencia suprarrenal crónica

Remplazo de glucocorticoide 
• ISP: comenzar con hidrocortisona, 20-25 mg/24 horas.

• IS secundaria: 15- 20 mg de hidrocortisona en 24 h; si las concentraciones de cortisol en respuesta a la prueba de ACTH están en el límite inferior normal bajo, considerar la administración de 10 mg de hidrocortisona/día o usar solamente las dosis de estrés bajo un estrecho monitoreo.

• La hidrocortisona debe ser dividida en 3 dosis y administrar los 2/3 o la mitad de la dosis diaria total a la mañana temprano.

• Asesorar a los pacientes y familiares sobre la administración de hidrocortisona en dosis de estrés.

• El monitoreo incluye la detección de signos de reemplazo de glucocorticoides bajo (pérdida de peso, fatiga, náuseas, mialgia, falta de energía) o excesivo (aumento de peso, la obesidad central, estrías, osteopenia y osteoporosis, intolerancia a la glucosa, hipertensión).

Remplazo de mineralocorticoides 
• Necesario solo en la ISP.

• No es necesario si la dosis diaria de hidrocortisona es > 50 mg.

• Comenzar con 100 mcg de fludrocortisona (50-250 mcg/día) en dosis única a la mañana temprano, junto con la hidrocortisona.

• El monitoreo incluye evaluar al paciente para detectar signos de remplazo de mineralocorticoides insuficiente (hipotensión ortostática >20 mm Hg, pérdida de peso, deshidratación, hiponatremia, aumento de la actividad de la renina plasmática) o excesivo (aumento de peso, hipertensión arterial, hipernatremia, actividad de la renina plasmática suprimida).

• La hidrocortisona debe ser dividida en 3 dosis, con 2/3 o la mitad de la dosis diaria total administrada a la mañana.

• Asesorar a los pacientes y familiares sobre la administración de hidrocortisona en dosis de estrés.

• El monitoreo debe incluir la evaluación del paciente para detectar signos de remplazo de glucocorticoides deficiente (pérdida de peso, fatiga, náuseas, mialgia, falta de energía) o excesivo (aumento de peso, la obesidad central, estrías, la osteopenia y la osteoporosis, la tolerancia a la glucosa, hipertensión).

Remplazo de andrógenos suprarrenales 

• Está indicado en los pacientes con alteración de su bienestar y estado de ánimo pesar de la terapia de reemplazo con glucocorticoides y mineralocorticoides óptima, o en mujeres con síntomas y signos de insuficiencia de andrógenos suprarrenales.

• Comenzar con una dosis única 25-50 mg de dehidroepiandrosterona a la mañana.

•El monitoreo durante el tratamiento de las mujeres incluye la medición de las concentraciones de testosterona sérica y de globulina unida a las hormonas sexuales (para calcular el índice de andrógenos libres). En ambos sexos se debe medir el sulfato de dehidroepiandrosterona sérico y monitorear las concentraciones de androstendiona (24 horas después de la dosis precedente de carga de dehidroepiandrosterona).

Requisitos adicionales de monitoreo

• Seguimiento regular en consultorio externo de endocrinología clínica cada 6 meses.

• En la ISP autoinmune, preguntar acerca de los síntomas y signos de otros trastornos autoinmunes y hacer las pruebas pertinentes cada 6-12 meses.

• Comprobar el brazalete de emergencia o la tarjeta de esteroides y actualizar según sea necesario.

• Asegurarse de que el paciente o la familia (para los niños) estén informados acerca del uso de  las dosis de estrés de lahidrocortisona y la cobertura que proporciona el kit de autoinyección de emergencia de hidrocortisona.

• Preguntar sobre otros medicamentos que pueden inducir  las enzimas hepáticas implicadas en el metabolismo del cortisol (por ej., rifampicina, mitotano, anticonvulsivos) o inhibirlas (por (por ej., los antirretrovirales) y ajustar la dosis de hidrocortisona según necesidad.

Prevención de la crisis suprarrenal

• Los pacientes deben llevar un brazalete de alerta médica y una tarjeta indicando que están en tratamiento prolongado con esteroides.

• Los pacientes que han recibido tratamiento con glucocorticoides exógenos durante más de 2-3 semanas no deben interrumpir abruptamente dicho tratamiento.

• Los pacientes deben recibir un kit de autoinyección de hidrocortisona de emergencia y entrenamiento sobre cómo y cuándo usarlo.

• Los pacientes deben saber que cuando sufren enfermedades intercurrentes deben duplicar o triplicar las dosis de hidrocortisona y solicitar la asistencia médica inmediata para el diagnóstico y tratamiento de dicha enfermedad, si es necesario. Consultar en el servicio de urgencias más cercano si hay vómitos persistentes y no pueden tolerar el tratamiento con hidrocortisona oral; y para informar al personal médico sobre la necesidad del ingreso precoz al hospital para el tratamiento parenteral con hidrocortisona, en caso de una enfermedad grave o cirugía.
Una parte muy importante del manejo de la IS crónica es la educación del paciente y su familia, quienes necesitan conocer la importancia de la terapia de reemplazo para toda la vida, la necesidad de aumentar la dosis usual de corticosteroides durante el estrés y de notificar al equipo médico si el paciente está por ser sometido a un procedimiento quirúrgico.
Por otra parte, ellos siempre deben tener a su alcance inyecciones de hidrocortisona y saber cómo y cuándo administrarla. Los pacientes con IS deben ser tratados con hidrocortisona (o cortisona cuando no  hay disponibilidad de acetato de hidrocortisona), que es la opción más fisiológica para el reemplazo glucocorticoide. La dosis diaria recomendada de hidrocortisona es 10–12 mg/m²; puede darse en 2-3 dosis administrando la mitad o los dos tercios de la dosis total diaria a la mañana.
En los pacientes con tratamiento prolongado con hidrocortisona se pueden observar descensos leves de la densidad mineral ósea. Hay que evitar los glucocorticoides sintéticos de acción prolongada como la prednisona y la dexametasona porque la larga duración de su acción puede provocar signos de exceso crónico de glucocorticoides.
Últimamente se han desarrollado preparaciones de hidrocortisona de liberación retardada y sostenida que están bajo investigación clínica. Estas formulaciones brindan concentraciones de cortisol más estables a lo largo de los días y reproducen la elevación fisiológica del cortisol en las primeras horas de la mañana, después de la ingesta oral de la preparación al acostarse. También se ha desarrollado un comprimido de hidrocortisona de liberación dual de una sola toma diaria para obtener un perfil de exposición al cortisol sérico con un ritmo circadiano más fisiológico.
Comparado con el enfoque tradicional, el tratamiento con esta preparación mejoró los factores de riesgo cardiovasculares, el metabolismo de la glucosa y la calidad de vida, todo lo cual puede ayudar a mejorar el resultado en los pacientes con IS.
En ausencia de variables objetivas para evaluar si la terapia de reemplazo es adecuada, el médico tiene que confiar principalmente en los síntomas y signos que indican que el reemplazo de glucocorticoides es bajo o excesivo, para optar por titular apropiadamente la dosis y prevenir una morbilidad significativa.
Durante enfermedades o procedimientos quirúrgicos menores, la dosis de glucocorticoide puede aumentarse hasta triplicar la dosis usual de mantenimiento. Durante la enfermedad o cirugía mayor, dicho aumento podría llegar a 10 veces, para evitar la crisis suprarrenal.

En la ISP es necesaria la terapia de reemplazo mineralocorticoide, para prevenir la pérdida de sodio, la depleción de volumen intravascular y la hiperpotasemia. Se administra en forma de glucocortisona (9-α-fluorohidrocortisona), en una dosis de 0,05–0,20 mg/día, a la mañana. La dosis de fluorocortisona es monitoreada individualmente mediante el control de la presión arterial, la natremia y la potasemia, como así de las concentraciones de la actividad de la renina plasmática. La dosis de mineralocorticoide tendría que ser aumentada en el verano, especialmente si los pacientes están expuestos a temperaturas >29°C. En la IS secundaria o terciaria no es necesario el reemplazo de mineralocorticoides, pero sí podrían serlo en las deficiencias de la hipófisis anterior.

En las mujeres, la corteza suprarrenal es la fuente principal de producción de andrógenos, como hidroepiandrosterona y su sulfato. En los pacientes adultos, niños y adolescentes con IS, el tratamiento con dehidroepiandrosterona mejora el humor y la sensación de bienestar general.
El reemplazo de la dehidroepiandrosterona está indicado en los pacientes cuyo bienestar está muy alterado a pesar de recibir las dosis óptimas de reemplazo de glucocorticoides y mineralocorticoides. Una sola dosis oral de 25-50 mg a la mañana es suficiente para mantener las concentraciones séricas dentro de los límites normales.
La vigilancia terapéutica incluye la medición de las concentraciones séricas del sulfato de dehidroepiandrosterona (valor objetivo: la media del rango normal para las personas jóvenes sanas) y las mujeres deben saber que deben informar cualquier efecto androgénico.

El objetivo terapéutico de la hiperplasia suprarrenal congénita clásica no solo es proveer un reemplazo adecuado de glucocorticoides y mineralocorticoides para evitar la crisis suprarrenal sino también suprimir la secreción excesiva de ACTH de la hipófisis anterior, con el fin de disminuir el exceso de producción de andrógenos suprarrenales.
En la niñez, para el control satisfactorio de la secreción de andrógenos suprarrenales se administran 10–15 mg/m² de hidrocortisona diaria en 3 dosis pero en el período neonatal podrían requerirse dosis más elevadas. Dado que estas dosis superan los niveles de la secreción fisiológica de cortisol, los pacientes deben ser monitoreados cuidadosamente para detectar signos del síndrome de Cushing.
La eficacia terapéutica se evalúa mediante la velocidad del crecimiento, la maduración esquelética, la ganancia de peso y la concentración sérica de 17-hidroxiprogesterona y androstendiona a las 08:00 horas. En los pacientes con hiperplasia suprarrenal clásica con alteración de la secreción de aldosterona está indicado el reemplazo mineralocorticoide.

La crisis suprarrenal es una emergencia que puede provocar la muerte y ocurre frecuentemente en los pacientes con IS que reciben terapia de reemplazo estándar, y requiere el tratamiento inmediato. El manejo inicial de la crisis suprarrenal es tratar la hipotensión y revertir las anormalidades electrolíticas y la deficiencia de cortisol.
El tratamiento consiste en la administración inmediata de 100 mg de hidrocortisona y la rehidratación rápida con solución fisiológica normal con monitoreo cardíaco continuo, seguida de 100–200 mg de hidrocortisona en glucosa al 5% durante 24 horas, por infusión intravenosa continua; como alternativa, la hidrocortisona puede darse por inyección intravenosa o intramuscular, cada 6 horas, en dosis de 40-100 mg, dependiendo de la edad y el área de la superficie corporal.
En la ISP, si el paciente recibe ≥50 mg diarios de hidrocortisona, se puede suspender o reducir el reemplazo de mineralocorticoide, porque esa dosis es equivalente a 0,1 mg de fludrocortisona. Una vez que el paciente se ha estabilizado, el tratamiento con glucocorticoides intravenosos se puede ir disminuyendo durante los días siguientes y ser sustituido por una dosis de mantenimiento oral.

Diagnóstico especial y condiciones terapéuticas

Insuficiencia suprarrenal en pacientes críticos
La IS es común en los pacientes críticamente enfermos y se informa cada vez más en la sepsis, la neumonía grave, el síndrome de distrés respiratorio del adulto, el trauma, la infección por el VIH o después del tratamiento con etomidato.
También puede asociarse con el daño estructural de la glándula suprarrenal, la hipófisis o el hipotálamo. Sin embargo, muchos pacientes críticamente enfermos desarrollan una insuficiencia del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal reversible.
El mecanismo fisiopatológico que lleva a la IS en el curso de una enfermedad crítica no está bien establecido. No obstante, se mencionan la disminución de la secreción de cortisol y la alteración de la señal de transducción de los glucocorticoides. Se ha postulado que las citocinas proinflamatorias podrían competir con la ACTH en sus receptores o inducirían la resistencia tisular a los glucocorticoides.

En ausencia de glucocorticoides, sus receptores están principalmente en el citoplasma integrando un complejo con las proteínas del shock térmico y las inmunofilinas. Una vez producida la unión de los ligandos, los receptores son sometidos a cambios en su conformación y se separan de las proteínas chaperonas para moverse dentro de los núcleos donde se unen a elementos de la respuesta glucocorticoide negativa o positiva, en las regiones promotoras de genes antiinflamatorios o proinflamatorios.
Por lo tanto, el receptor de glucocorticoides puede inhibir la expresión de genes proinflamatorios, independientemente de la unión del ADN, por la interacción física con el factor de transcripción p65, una subunidad del factor nuclear ƙB. Los glucocorticoides pueden inducir efectos antinflamatorios a través de vías no genómoicas. Los receptores de glucocorticoides unidos a la membrana pueden activar las vías de las cinasas en cuestión de minutos.
La activación de la vía MAPK provoca la inhibición de la fosfolipasa citosólica A2α, mientras que la fosfatidilinositol 3-cinasa activada induce la óxido nítrico sintetasa endotelial y la producción subsiguiente de óxido nítrico. Por otra parte, los glucocorticoides pueden perjudicar la señalización de los receptores de las células T mediante la inhibición no genómica de la cinasa relacionada con el concogen FYN-y, la proteína tirosinacinasa específica de los linfocitos en el receptor de glucocorticoides.

Además de la sepsis por sí misma, los medicamentos usados durante su tratamiento pueden interferir en la síntesis de glucocorticoides y la señal de transducción. Por otra parte, la alteración del flujo sanguíneo de la hipófisis distal pude provocar isquemia o necrosis hipofisaria, mientras que la creciente acumulación de óxido nítrico, superóxido o, neuropéptidos o prostaglandinas centrales puede contribuir al descenso de la secreción de hormonas hipotálamo-hipofisarias en los pacientes con sepsis.

Un estudio multidisciplinario de pacientes críticos concluyó que en este contexto, el diagnóstico se confirma cuan el cortisol sérico total es <90 μg/L luego de la administración de 250 μg de ACTH,  o por una medición al azar de cortisol total <100 μg/L. 
Para el shock séptico se recomienda la administración de 200 mg de hidrocortisona diarios, divididos en 4 dosis o en infusión continua de of 240 mg/día (10 mg/h) durante al menos 7 días la. Para los pacientes con el síndrome de disstrés respiratorio del adulto precoz grave se recomienda la metilprednisolona, en dosis de 1 mg/kg/día durante al menos 14 días. El papel del tratamiento glucocorticoide en otros pacientes críticamente enfermos no ha sido del todo estudiado.

Disfunción tiroidea

En los pacientes con IS e hipertiroidismo no tratado, la dosis de glucocorticoides de reemplazo debe ser 2-3 veces superior a la usual, con el fin de compensar la mayor depuración de cortisol que ocurre en el hipertiroidismo. Por otra parte, para prevenir la crisis suprarrenal, la terapia de reemplazo con tiroxina en el hipotiroidismo debe comenzar luego de haber excluido o tratado la IS.

Embarazo 


La IS en el embarazo es bastante rara pero si no se diagnostica y trata oportunamente puede provocar una gran morbilidad y también la muerte, tanto de la madre como del feto. El embarazo es un estado fisiológico de exceso de glucocorticoides y se asocia con concentraciones elevadas de globulina ligada al cortisol, al cortisol libre y a la progesterona, especialmente en las últimas semanas de gestación.
Las pacientes con IS en el embarazo deben ser tratadas con 12–15 mg/m² de hidrocortisona diarios, divididos en 3 dosis desiguales, la más concentrada a la mañana. Al comienzo del trabajo de parto, la dosis diaria de hidrocortisona se aumenta al doble o al triple o se administra una dosis parenteral de 50–100 mg, la cual puede ser administrada durante la segunda etapa del trabajo de parto. Si el parto es por cesárea, la hidrocortisona se debe administrar por vía intravenosa en dosis de 100 mg/6 horas, para luego ir disminuyendo en las 48 horas siguientes.

Interacciones medicamentosas

Los anticonvulsivos como la fenitoína, el fenobarbital y la carbamazepina estimulan el citocromo P450 3A4 y de esta manera estimulan las enzimas hepáticas y provocan un metabolismo acelerado de los glucocorticoides, con reducción de su efecto. Por el contrario, los fármacos antirretrovirales, como el ritonavir, inhiben la actividad del citocromo P3A y provocan un retardo en el metabolismo de los glucocorticoides y el consiguiente aumento de su concentración.
♦ Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti
Consumir más calcio regula el aumento de peso
El consumo de calcio regula el metabolismo del tejido adiposo y provoca descenso de peso, principalmente si proviene de lácteos.
Autor: Dres. Parikh S, Yanovski J Fuente: Unidad de Crecimiento y Obesidad del Instituto Nacional de Salud y Desarrollo Infantil, Betheseda. Am J Clin Nutr. 2003 Feb;77(2):281-7.
La prevalencia de obesidad está aumentando progresivamente desde los años 60. El 61% de los adultos de 20 a 74 años en USA tienen sobrepeso u obesidad. Se han identificado muchos genes, pero estos avances no han sido útiles en la práctica para diseñar estrategias que ayuden a controlar el aumento de la obesidad. Existen múltiples estudios que analizan los factores ambientales que influyen sobre la dieta y la actividad fisica, entre ellos se ha identificado que la ingesta de calcio (Ca) es un factor que se correlaciona negativamente con el Indice de Masa corporal (IMC).

Muchos estudios epidemiológicos muestran una relación inversa entre la ingesta de Ca y la adiposidad corporal. Todos muestran que el riesgo relativo de obesidad es mayor en las mujeres, hombres y niños que tienen ingesta de Ca bajas. En todos estos trabajos, el grupo que recibió aportes de Ca altos, presentó disminución del peso a lo largo de los años de seguimiento.
Ingesta de lácteos y adiposidad:

El aumento de consumo de lácteos favorece el descenso de peso, mejora la insulinorresistencia en obesos y baja la tensión arterial en hipertensos. Este efecto no se debe sólo a la mayor ingesta de Ca. Se comparó el descenso de peso en 3 grupos: 1) control: recibía 400-500mg de Calcio a través de los alimentos, 2) igual aporte de Ca dietario más 800 mg de Ca como suplemento 3) 1200-1300 mg diarios de Ca, con alta ingesta de lácteos. Todos bajaron de peso, el grupo 2 perdió 38% más de grasa, el grupo 3 perdió 64% más que el control y perdió mas grasa del tronco. El mecanismo aún se desconoce; es posible que los lácteos tengan otro componente que afecte el peso corporal.
Ca intracelular y metabolismo del adipocito:

La concentración de Ca intracelular [Ca]i, se regula por complejos mecanismos de interacción entre el flujo a través de los canales de Ca, el depósito de Ca libre en la  célula (ej: en retículo endoplásmico) y por un gradiente activo de las bombas de Ca.
Se ha observado que los obesos tienen mayor [Ca]i.

La alta [Ca]i favorece la lipogénesis e inhibe la lipólisis en adipocitos, y se relaciona con otros reguladores intracelulares como la insulina y la proteína agouti. Las hormonas reguladoras del Ca, como la Vit D y la parathormona (PTH) aumentan la [Ca]i y así estimulan la síntesis de triglicéridos e inhiben el catabolismo de los lípidos
Relación entre ingesta de Ca y [Ca]i:

Mayor ingesta de Ca ® menor adiposidad.
Mayor [Ca]i ® mayor lipogénesis y menor lipólisis.

¿Cómo es posible?

Una explicación es que la alta ingesta de Ca esté relacionada con menor [Ca]i, por un efecto sobre las hormonas reguladoras. La ingesta de Ca elevada, baja la concentración de Vit D y PTH en sangre, mientras que las dietas con poco Ca las estimulan.

Los obesos adultos y niños tienen niveles séricos de Vit D y PTH mayores que los controles normopeso. Entonces, la ingesta baja de Ca lleva a un aumento de la Vit D y PTH con aumento del [Ca]i y mayor lipogénesis en los adipocitos.
Relación entre Ca dietario y Absorción de Grasas:

Otro mecanismo en el control de la adiposidad es el efecto sobre la absorción de triglicéridos en el intestino. El aporte de una dieta con alto contenido de Ca aumenta la excreción de grasas por la materia fecal y mejora el perfil de los lípidos plasmáticos.
Sin embargo, la cantidad de grasa que se pierde por heces es muy baja y no justifica los cambios en el peso observados en estos pacientes.
Conclusiones:

Este artículo revisa el rol del Ca de la dieta en la regulación de la adiposidad corporal, a través de la regulación de las vías metabólicas del adipocito y la absorción intestinal de grasa. Los efectos de recibir Ca "extra" son mayores en sujetos con dietas hipocalóricas, especialmente en los que consumen más cantidad de lácteos, aunque no se conoce la causa.

El Ca juega un rol importante en la regulación del peso corporal, y se sugiere que si aumentamos la ingesta de lácteos, podríamos prevenir futuros aumentos de peso.
Debido a la creciente prevalencia de obesidad, es importante la identificación de factores ambientales que ayuden a controlar la creciente epidemia de sobrepeso. Se propone un aumento de la ingesta de Ca para favorecer la regulación adipocitaria.

Artículo comentado por la Dra. Débora Setton, editora responsable de IntraMed en la especialidad de Nutrición.

jueves, 30 de agosto de 2018

Hipoglicemia endógena. estudio y manejo

Hipoglicemia endógena. estudio y manejo
Revista Médica Clínica Las Condes 2013;24:839-44 - DOI: 10.1016/S0716-8640(13)70231-1
Introducción
Los niveles plasmáticos de glucosa están sometidos a un riguroso equilibrio entre las necesidades de los diversos tejidos y las fuentes endógenas y exógenas de este nutriente. La glicemia es finalmente regulada por diversos mecanismos de control, presentando oscilaciones mínimas en condiciones de normalidad.
Los mecanismos de regulación principales son:
  • 1)
    Hormonales
    • a.
      Insulina
    • b.
      Glucagón
    • c.
      Catecolaminas
    • d.
      Cortisol
    • e.
      Hormona de crecimiento
  • 2)
    Activación de sistema simpático y parasimpático a nivel central y periférico
    Estos mecanismos de regulación gatillan respuestas con rangos de glicemias diferentes, lo que dificulta la definición precisa de un nivel de glicemia asociado a morbilidad, y por tanto, el criterio diagnóstico de laboratorio para definir la hipoglicemia.

Así, la secreción de insulina por la célula beta pancreática se inhibe con niveles de glicemia inferiores a 79mg/dL, lo que provoca la estimulación de la célula alfa y un aumento de la secreción de glucagón (1). Esto provoca un rápido aumento de la glicogenolisis y gluconeogénesis hepática. Si la glicemia desciende a niveles menores de 68mg/dL, se desencadena la secreción de adrenalina y noradrenalina a nivel medular adrenal y de terminaciones nerviosas, suprimiendo aún más la secreción de insulina y estimulando la de glucagón. Además, el aumento de catecolaminas disminuye la utilización periférica de glucosa y aumenta la lipólisis. El aumento de secreción de cortisol y hormona de crecimiento se observa con glicemias menores de 66mg/dL, produciendo una activación de la gluconeogénesis, de la lipólisis y cetogénesis, mecanismos de compensación más importantes en hipoglicemia crónica (2).
Desde el punto de vista clínico, los síntomas autonómicos de hipoglicemia aparecen habitualmente con niveles inferiores a 58mg/dL y los de neuroglucopenia con valores de 49-51mg/dl (3). Las manifestaciones clínicas más frecuentes se describen en la Tabla 1.
Tabla 1.
Síntomas de hipoglicemia
1) Autonómicos 2) Neuroglucopénicos 
A. Adrenérgicos a. Cambios conductuales 
a. Ansiedad b. Cambios visuales 
b. Palpitaciones c. Confusión 
c. Irritabilidad d. Debilidad muscular 
d. Temblor e. Somnolencia 
 f. Convulsiones 
B. Colinérgicos g. Coma 
a. Sudoración  
b. Hambre  
La existencia de múltiples factores regulatorios, en ocasiones redundantes, permiten explicar la baja frecuencia de hipoglicemia en pacientes sanos.
La hipoglicemia puede presentarse como una entidad nosológica aislada, o más frecuentemente relacionada al manejo de la Diabetes Mellitus, teniendo en ambos casos un enfoque diagnóstico y terapéutico radicalmente diferente. En esta presentación se describirá el estudio y manejo de las hipoglicemias no relacionadas con la terapia de la Diabetes Mellitus, denominadas específicamente hipoglicemias endógenas.
Tríada de whipple
Dada la baja frecuencia poblacional de la hipoglicemia endógena (4), y la escasa especificidad de la sintomatología asociada, es necesario identificar con la mayor precisión posible a los pacientes afectados, con el fin de evitar estudios funcionales complejos y costosos en pacientes sin patología.
Desde la década de 1930 (5), se ha considerado como un elemento de alta sospecha diagnóstica la asociación de: síntomas de hipoglicemia, glicemia venosa disminuida y desaparición de síntomas tras la normalización de la glicemia (tríada de Whipple), asociación clínica que amerita un estudio funcional exhaustivo.
El valor de glicemia específico para defnir hipoglicemia es difícil de establecer, ya que algunos sujetos pueden tener niveles de glicemia bajos en condiciones normales (mujeres jóvenes y niños). Sin embargo, un valor < 55mg% en condiciones basales amerita estudio.
Es importante en estos casos enfatizar la necesidad de medir la glicemia venosa, ya que las mediciones de glicemia capilar con equipos portátiles tienen una variabilidad extremadamente alta en rangos de hipoglicemia (6) y por tanto no debieran usarse con fines diagnósticos en pacientes no diabéticos.
Por otra parte, la presencia de glicemias > 70mg % con o sin síntomas asociados, descarta la presencia de una hipoglicemia en pacientes no diabéticos.
Clasificación de hipoglicemia endógena
Clásicamente se intentó diferenciar los tipos de hipoglicemia endógena dependiendo del momento de su presentación. Es así que se distinguía la hipoglicemia de ayuno de la postprandial; sin embargo, esta clasifcación no permite una aproximación adecuada a las diversas etiologías del cuadro, ya que una misma causa puede estar asociada a niveles bajos de glicemia que se presenten tanto durante el ayuno como también durante el período posterior a las comidas.
En los últimos años, se ha generalizado la clasifcación que separa las etiologías de la hipoglicemia, según se presenten en pacientes aparentemente sanos, de las que se manifestan en pacientes con morbilidad asociada signifcativa. Esta clasifcación, si bien es arbitraria en la separación de los dos grupos, permite una orientación más adecuada de las etiologías más frecuentes en cada uno (7).
Hipoglicemia en el paciente “enfermo”
Existe un gran número de patologías sistémicas que pueden provocar hipoglicemia (Tabla 2).
Tabla 2.
Causas de hipoglicemia en el paciente “enfermo”
a) Consumo de alcohol e) Sepsis grave 
b) Insufciencia hepática f) Inanición prolongada 
c) Insufciencia renal g) Insufciencia suprarrenal 
d) Insufciencia cardíaca h) Tumor productor de IGF-II 
En la mayoría de los casos, la hipoglicemia es un marcador de la severidad de la enfermedad de base y se asocia a otras manifestaciones clínicas del cuadro causal.
El diagnóstico se basa en la pesquisa de hipoglicemia y su asociación con las comorbilidades señaladas.
El tratamiento de la enfermedad de base constituye el pilar de la terapia de la hipoglicemia en estos casos, siendo necesario con frecuencia aportar glucosa exógena hasta la corrección del trastorno que la origina.
Hipoglicemia en el paciente “sano”
En estos casos, el paciente no manifesta una enfermedad causal evidente y la hipoglicemia puede ser la única manifestación del trastorno, habitualmente causada por hiperinsulinismo endógeno (Tabla 3).
Tabla 3.
Hipoglicemia en el paciente “sano”
a) Insulinoma 
b) Enfermedades funcionales de la célula beta (nesidioblastosis)
- Hipoglicemia pancreatogénica no insulinoma
- Hipoglicemia post bypass gástrico 
c) Hipoglicemia autoinmune 
d) Hipoglicemia accidental o facticia 
Hipoglicemia por fármacos
Existe un gran número de medicamentos que han sido asociados a la aparición de hipoglicemia durante su uso, especialmente a través de reportes aislados. Sin embargo sólo en casos muy seleccionados se ha establecido una relación etiológica directa y sistemática.
Los principales son la insulina y sus secretagogos (sulfonilureas y meglitinidas). Estos últimos se unen al canal de K ATP dependiente de la célula beta pancreática, estimulando la secreción de insulina. La presentación y severidad del cuadro tienen directa relación con la potencia del medicamento, su vida media y la dosis administrada.
Existe una gran cantidad de otros fármacos no relacionados con el tratamiento de la diabetes que se han asociado a la aparición de hipoglicemia, por mecanismos menos claros y con mucha menor evidencia sistemática. Entre ellos es relevante señalar a las quinolonas (especialmente gatifloxacino), la pentamidina y la quinina (8)
Otros medicamentos con un nivel de evidencia mucho menor son los betabloqueadores, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y los factores de crecimiento insulinosímiles (IGF).
En todo paciente con hipoglicemia es relevante descartar el uso indicado o involuntario de estos medicamentos.
Diagnóstico de hipoglicemia por hiperinsulinismo endógeno
Una vez descartado el uso de medicamentos en un paciente aparentemente sano, es necesario objetivar la presencia de hiperinsulinismo asociado a la hipoglicemia.
La pesquisa de hipoglicemia venosa espontánea asociada a hiperinsulinemia relativa en forma simultánea puede simplifcar el estudio, siendo necesario medir en forma concomitante niveles de péptido C e hipoglicemiantes en plasma.
El uso del test de tolerancia a la glucosa no es recomendado, dada su escasa sensibilidad, especifcidad y reproducibilidad (9).
En caso de no detectar episodios espontáneos de hipoglicemia venosa, es necesario realizar un estudio funcional de mayor complejidad, con el fn de descartar o confrmar la aparición de hipoglicemia en relación a un período de ayuno prolongado (test de ayuno de 72 horas). Este test tiene una alta sensibilidad para el diagnóstico de insulinoma y constituye el “gold standard” para el diagnóstico funcional de este cuadro.
Al ser un test funcional que se realiza con baja frecuencia, es recomendable protocolizar su realización, con el fn de evitar errores en el proceso que puedan llevar a interpretaciones equívocas de los resultados. El protocolo original descrito por Service en 1995 (10) podría ser modifcado levemente considerando la realidad nacional y la disponibilidad de exámenes en nuestro medio.
Protocolo de test de ayuno de 72 horas
  • 1.
    Explicar al paciente la naturaleza y propósito del estudio, obteniendo su consentimiento informado.
  • 2.
    Educación del personal de enfermería respecto a las características del estudio a realizar (monitoreo de síntomas, toma de exámenes, rotulado de muestras).
  • 3.
    Coordinación con el laboratorio para el procesamiento rápido de las muestras y/o almacenamiento de éstas en horario no hábil.
  • 4.
    Registrar la hora de inicio del ayuno.
  • 5.
    Suspender aporte de alimentos, pudiendo ingerir líquidos sin azúcar libres de cafeína.
  • 6.
    Instalar una vía venosa periférica para hidratación salina de mantención.
  • 7.
    Medición de glicemia capilar cada 2 horas las primeras 6 horas, luego cada 3 por 6 horas y luego cada 6 horas.
  • 8.
    Tomas de muestras de exámenes basales al inicio del ayuno (Glicemia, insulina, péptido C, cortisol)
  • 9.
    Medición de glicemia e insulina venosas y cetonemia capilar cada 6 horas.
  • 10.
    En caso de glicemia capilar < 60mg%, o síntomas de hipoglicemia, realizar medición de glicemia venosa.
  • 11.
    Si se confrma glicemia venosa < 45mg/dL (o < 55 si se ha documentado una triada de Whipple previamente), medir además insulinemia, péptido C, cetonemia capilar, anticuerpos antiinsulina e hipoglicemiantes en plasma en la misma muestra y luego administrar glucagón 1mg I V, midiendo glicemia venosa a los 10, 20 y 30 minutos post administración, y terminar ayuno.
  • 12.
    Si se completan las 72 horas de ayuno sin comprobar hipoglicemia, administrar glucagón 1mg IV, midiendo glicemia venosa a los 10, 20 y 30 minutos post administración y terminar ayuno.

Una de las decisiones más complejas al realizar este test es defnir el momento de suspender el ayuno, ya que debe sopesarse el eventual riesgo de una hipoglicemia prolongada con el término prematuro del test, que difculta en forma importante la interpretación final de los resultados.
Una vez obtenidos los resultados del estudio, la interpretación de ellos permite establecer el diagnóstico diferencial del cuadro (Tabla 4).
Tabla 4.
Análisis test ayuno 72 horas
Diagnóstico Síntomas Glicemia (mg/dL) Insulina (uUI/mL) Péptido C (nmol/L) Cetonemia capilar Aumento glicemia post glucagón AAI HGO 
Normal No > 55 <3 < 0,2 (+) > 25 (-) (-) 
Insulinoma HPNI HPB Sí < 55 >3 > 0,2 (-) > 25 (-) (-) 
Insulina Sí < 55 >>3 < 0,2 (-) > 25 (-) (-) 
HGO Sí < 55 >3 > 0,2 (-) > 25 (-) (+) 
Autoinmune Sí < 55 >>3 >> 0,2 (-) > 25 (+) (-) 
IGF II Sí < 55 <3 < 0,2 (-) > 25 (-) (-) 
HPNI: Hipoglicemia pancreatógena no insulinoma.
HPB: Hipoglicemia post bypass.
Insulinoma
Dado que el tratamiento de elección del insulinoma es quirúrgico, el diagnóstico funcional debe ser confrmado con la demostración de un tumor pancreático con imágenes. Al ser tumores en general de pequeño tamaño, es necesario realizar estudios con técnicas de alta sensibilidad (11).
Como primer examen se recomienda la tomografía computada o la resonancia nuclear magnética de páncreas, que permiten pesquisar nódulos pancreáticos de tamaño mayor a 5-8mm (12).
Si ambas técnicas no logran detectar un tumor pancreático, existen otros estudios posibles de realizar, de mayor complejidad y costo: Endosonografía endoscópica: Puede identifcar lesiones pequeñas de cabeza y cuerpo de páncreas, y además realizar biopsia por punción de dichas lesiones (13).
PET/18F-F-DOPA u otras técnicas cintigráficas: tienen menor sensibilidad para el diagnóstico (14).
Test de estimulación con calcio
Permite pesquisar un gradiente venoso de insulinemia en muestras obtenidas de venas tributarias del páncreas tras el estímulo selectivo con calcio administrado por vía arterial, pudiendo identifcar el segmento donde se localiza el tumor (cabeza, cuerpo o cola) (15).
La ecotomografía intraoperatoria puede ayudar el la localización de la lesión en el contexto de una laparotomía exploradora.
Hipoglicemia pancreatogénica no insulinoma
El diagnóstico es planteable al pesquisar una hipoglicemia hiperinsulinémica sin lesión anatómica evidente y tras descartar el uso de secretagogos de insulina e hipoglicemia autoinmune. En adultos es causada por una hipertrofa difusa de las células de los islotes (nesidioblastosis) y puede ser manejada con fraccionamiento alimentario, medicamentos (acarbosa, diazóxido, octreotide) o en casos más graves con pancreatectomía parcial (16).
Hipoglicemia postbypass gástrico
Dada la frecuencia creciente de la cirugía bariátrica en nuestro medio, es una causa de hipoglicemia importante a considerar, que se presenta tardíamente post cirugía, predominantemente en el período postprandial, cuyo estudio funcional es indistinguible del insulinoma (17). El manejo de este cuadro se basa en el fraccionamiento del aporte de hidratos de carbono, el uso de fbra dietética y eventualmente acarbosa u octrotide y excepcionalmente la reconstitución del tránsito intestinal normal (18).
Hipoglicemia autoinmune
Causada por anticuerpos mono o policlonales que se unen a la insulina y que pueden generar hipoglicemia brusca al disociarse el complejo antígeno-anticuerpo.
Se caracteriza por presentarse predominantemente en individuos de raza asiática, sin embargo ha sido descrita también en Chile (19). Los niveles de insulina frecuentemente son desusadamente altos y es posible detectar la presencia de anticuerpos antiinsulina. El tratamiento es variable, en base al fraccionamiento del aporte de hidratos de carbono y el uso de acarbosa o corticoesteroides.
Síntesis
El estudio y manejo de la hipoglicemia endógena es un proceso complejo, que requiere conocer la fisiología y fsiopatología de los mecanismos que controlan la glicemia, realizar un correcto diagnóstico del cuadro y su diagnóstico diferencial, utilizando herramientas diagnósticas de complejidad creciente, con el fn de establecer el tratamiento adecuado en cada caso.
El autor declara no tener confictos de interés, relacionados a este artículo.