lunes, 22 de enero de 2024

Manejo quirúrgico de la orbitopatía de graves

 Revista Médica Clínica Las CondesVol. 21. Núm. 6.

Tema central: Oftalmología
páginas 942-948 (Noviembre 2010)


 RESUMEN

La Enfermedad de Graves corresponde a un síndrome que comprende: bocio hipertiroídeo habitualmente, oftalmopatía asociada a la tiroides y dermatopatía. No se cuenta con estadísticas nacionales, sin embargo la mayoría de los estudios internacionales muestran una frecuencia mayor en la mujer. Desde el punto de vista del manejo quirúrgico de esta enfermedad, éste se basa en tres etapas fundamentales: descompresión orbitaria, cirugía de los músculos extraoculares y finalmente la cirugía de reposicionamiento palpebral, no todos los pacientes requieren estos tres tipos de tratamiento, pero en caso de necesitarlos esta debe ser la secuencia. La indicación quirúrgica dependerá de la fase en que se encuentre el paciente, idealmente deberá realizarse en la fase de inactividad de la enfermedad

caracterizada por la ausencia de signología inflamatoria periocular.

Este artículo está destinado a mostrar las alternativas quirúrgicas en el tratamiento de las complicaciones oculares de la Orbitopatía de Graves orientado principalmente hacia el exoftálmo y la patología palpebral.

Introducción

La Enfermedad de Graves (EG) es un síndrome que comprende: bocio hipertiroídeo habitualmente, oftalmopatía asociada a la tiroides y dermatopatía (1, 2). En Estados Unidos la prevalencia de la EG es de aproximadamente 0,4% (3), lamentablemente no contamos con cifras nacionales. La mayoría de los estudios muestran una mayor frecuencia en la mujer con cifras que van desde 2,5:1 hasta 7:1, sin embargo en la mayoría de los trabajos esta relación es de 4:1(4, 5, 6).La EG es la forma más común de hipertiroidismo en pacientes entre la 3 a 5 décadas, pero puede presentarse con muchísimo menor frecuencia con hipotiroidismo e incluso eutiroideos. Los pacientes con EG tiene un riesgo mayor de presentar otras enfermedades autoinmunes como: Diabetes Mellitus insulinodependiente, Artritis Reumatoidea, Anemia Perniciosa y Vitíligo (7, 8, 9, 10). Rara vez la EG puede presentares en la niñez o en adultos jóvenes (11) (Figura 1).

Figura 1.

Foto de paciente adolescente con exoftálmo y retracción palpebral.

El curso clínico desde el punto de vista glandular de la EG es usualmente predecible en contraste con la oftalmopatía que tiende a ser muy impredecible y difícil de tratar. La oftalmopatía está presente entre el 10 al 45% de los pacientes con EG con manifestaciones clínicas que pueden ir desde una irritación ocular leve hasta proptosis severa, estrabismo y neuropatía óptica compresiva (12). La relación entre la disfunción glandular y la oftalmopatía persiste siendo poco clara. El aumento de volumen de los músculos extraoculares y del tejido conectivo/graso resulta de un aumento de la adipogénesis, la acumulación de glicosaminoglicanos no sulfatados y hialuronatos (12). La infiltración orbitaria de células inmunocompetentes como los Linfocitos T y mastocitos que producen mediadores como las citoquinas, pueden culminar en un proceso de remodelación tisular provocando fibrosis en los músculos extraoculares cuyo resultado es la alteración de la motilidad y por ende estrabismo (13), sin embargo la causa que provoca la infiltración orbitaria y tiroídea por estas células es aún desconocida. Para lograr un

 Para lograr un manejo adecuado en esta patología es fundamental una estrecha colaboración entre el endocrinólogo y el oftalmólogo.

En este artículo nos abocaremos al manejo quirúrgico de las complicaciones oftalmológicas de la EG que se basa en tres etapas terapéuticas que no necesariamente requieren todos los pacientes, sin embargo de presentarse el tratamiento debe cumplir esta secuencia:

  • 1.

    -Descompresión orbitaria.

  • 2.

    -Cirugía de músculos extraoculares.

    • 3.

      -Cirugía de reposicionamiento de los párpados.

    Para realizar la reparación de las complicaciones de la Oftalmopatía de Graves la enfermedad idealmente debe estar en una fase de estabilización caracterizada por la ausencia de signos inflamatorios perioculares pudiendo persistir la proptosis, estrabismo y la retracción palpebral (Figura 2).

Figura 2.

Foto de paciente con signos de actividad de la enfermedad: estrabismo, exoftálmo retracción y edema palpebral superior.

Descompresión orbitaria

El concepto de la descompresión orbitaria está basado en aumentar el volumen orbitario. Para ello se remueve quirúrgicamente o se esculpe una de las cuatro paredes de la órbita creando un mayor espacio con lo que disminuye la presión retrobulbar y la proptosis.

La indicación de la descompresión orbitaria dependerá de la fase en que se encuentre el paciente, estos en fase aguda requieren una cirugía urgente cuando presentan ulceración corneal por exoftalmo severo, subluxación ocular o neuropatía óptica compresiva, condición que a mi juicio es la más frecuente, esta indicación puede ser la primera línea de tratamiento o en casos de falla a la terapia con Glucocorticoides. Con mayor frecuencia la cirugía se realiza en forma electiva para tratar el exoftalmo deformante y el dolor orbitario persistente.

Múltiples abordajes se han usado que dependen principalmente de cada cirujano, mi elección personal es la descompresión orbitaria balanceada que es capaz de aliviar la presión sobre el nervio óptico y disminuir la proptosis. El volumen orbitario se expande realizando:

  • a.

    -Orbitotomía transcaruncular para efectuar una etmoidectomía.

  • b.

    -Orbitotomía lateral con fractura de pared.

    • c.

      -Fresando la zona más posterior de la pared desgastando el ala mayor del esfenoides.

    Esta técnica quirúrgica puede asociarse a la extirpación de otra pared orbitaria, el piso logrando un mayor volumen y por ende una disminución de la proptosis. (Figuras 3A y 3B).

  • Figura 3A.

    Foto de preoperatoria de paciente con exoftáo severo.



  • Figura 3B.

    Foto postoperatoria de descompresión orbitaria de 3 paredes.

  • Técnica quirúrgica de la descompresión orbitaria balanceada

    Se realiza bajo anestesia general, adicionalmente su infiltra la pared lateral y medial con una solución anestésica con la que disminuimos los requerimientos de agentes anestésicos generales y ayuda con el control del dolor postoperatorio.

    Se efectúa una cantotomía y cantolisis superior e inferior del canto lateral, se escinde el músculo orbicular y se expone el periostio de la pared lateral de la órbita, usando un bisturí # 15 o la aguja de Colorado se realiza la apertura del periostio el que luego se diseca para exponer la pared ósea ampliamente, a esta se le realiza una osteotomía sobre la sutura frontomalar y otra en el malar sobre el arco zigomático, luego se fractura la pared entre las dos incisiones óseas luxándola hacia temporal. Para mantener la pared en esta nueva posición se coloca 1 tornillo en cada osteotomía de manera que no pueda volver a su posición anatómica, posteriormente se fresa el ala mayor del esfenoides entre la fisura orbitaria superior e inferior usando un motor de alta velocidad. Se controla la hemostasia usando cauterio y cera de hueso. Una vez logrado el aumento de volumen óseo se abre la periorbita permitiendo que el contenido orbitario ocupe este nuevo espacio. A continuación se realiza la orbitotomía medial transcaruncular para ello se infiltra la carúncula con la solución anestésica y se efectúa una incisión entre la carúncula y el pliegue semilunar, luego se amplia la incisión y se diseca en forma roma hasta alcanzar la pared medial, se abre la periórbita y se expone la lámina papirácea de etmoides, se diseca la periórbita y se identifican las arterias etmoidales anterior y posterior las que se encuentran el la sutura frontoetmoidal, esta sutura es el límite superior de nuestra futura osteotomía. Las arterias etmoidales se electrocoagulan con cauterio bipolar y se realiza la fractura y resección de la lámina papirácea y las celdillas etmoidales del lado comprometido. Se debe resecar la mucosa que está presente en las celdillas para prevenir hemorragias posteriores. Es fundamental al realizar la descompresión hasta resecar todas las celdillas especialmente las más posteriores al igual de la porción más posterior de la lámina papirácea para lograr una descompresión adecuada del apex orbitario y con ello aliviar la presión sobre el nervio óptico. Finalmente se abre la periórbita logrando que la grasa orbitaria y especialmente el recto medio ocupen la zona de la etmoidectomía.

    Una vez revisada la hemostasia se realiza el cierre de las incisiones las que desde el punto de vista estético son casi imperceptibles, ya que en el caso de la incisión transcaruncular esta se realiza en la conjuntiva sin dejar cicatriz y por otra parte la incisión del canto lateral tiene entre 5 a 10mm. y se efectúa en una zona de pliegue natural por lo que estéticamente es muy adecuada.

    Si el paciente presenta un exoftalmo muy severo y se requiere un mayor volumen orbitario descompresión balanceada se puede asociar una descompresión de piso de órbita la que puede hacerse en conjunto o postergarse para un segundo tiempo.

    La técnica quirúrgica consiste en realizar una incisión transconjuntival (cara posterior del párpado) para no dejar cicatriz visible, se realiza una disección en plano preseptal (cara posterior del músculo orbicular) hasta el reborde orbitario, se escinde el periostio y se diseca exponiendo todo el piso de la órbita, luego de fractura el piso y se reseca casi completamente, especial atención debe tenerse en no dañar el nervio infraorbitario, la mayoría de los pacientes presenta hipoestesia de su territorio en el postoperatorio, esta se recupera en un plazo variable que habitualmente es de 6 a 8 semanas. Una vez resecado el piso se abre nuevamente la periórbita permitiendo que el contenido orbitario ocupe parcialmente el seno maxilar con lo que se alcanza un mayor volumen orbitario.

    En cuanto a las complicaciones postoperatorias la hemorragia orbitaria es la más grave y potencialmente puede llegar a provocar pérdida de agudeza visual e incluso ceguera por ello la recomendación es realizar cada ojo por separado. Para evitar esta complicación es necesario ser extremadamente cuidadoso con la hemostasia intraoperatoria, especialmente en prevenir hemorragias provenientes de vasos de mayor flujo como las arteria etmoidales e infraorbitaria. A pesar de que el contenido orbitario toma contacto con las cavidades paranasales es muy poco frecuente la presencia de infecciones. La complicación más frecuente es la aparición de diplopia postoperatoria que en el caso de la descompresión balanceada puede ser de aproximadamente 10% (14) y aumentar hasta el 30% si se agrega la descompresión del piso.

    La descompresión grasa ha sido propuesta como técnica aislada o en combinación con descompresión ósea. La grasa intraconal que es la que se ubica en el espacio retrocular, dentro del cono muscular compuesto por los músculos rectos, debe ser removida en forma cuidadosa para no dañar estructuras vasculares ni nerviosas que podrían ocasiones complicaciones severas de la motilidad ocular y la visión. La mayor indicación para remover grasa es la del paciente que tiene una gran cantidad de tejido graso que provoca estiramiento del nervio óptico, pero con músculos delgados, condición que clínicamente es muy poco frecuente. Personalmente considero que la descompresión ósea como la técnica de elección y la resección conservadora de grasa como un técnica complementaria (15) (Figuras 4A4B5A y 5B).

  • Figura 4A.

    Foto de TAC preoperatorio que muestra gran aumento de volumen de músculos extraoculares, especialmente el recto inferior.




Figura 4B.

Foto postoperatoria donde se muestra la descompresión de pared medial y piso de órbita derecho.



Campimetría de Goldman postoperatoria que muestra un aumento significativo del campo visual del paciente.
Figura 5B.

Campimetría de Goldman postoperatoria que muestra un aumento significativo del campo visual del paciente.

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Cirugía de los músculos extraoculares

La miopatía restrictiva puede resolverse espontáneamente en un período de 1 a 2 años, si no ocurre el estrabismo puede corregirse quirúrgicamente después de 6 meses de estabilidad, esto significa que no exista variación en el ángulo de desviación de los ojos antes de realizar la cirugía (16). Se espera lograr una pequeña subcorrección del estrabismo para prevenir una sobrecorrección tardía. El uso de toxina botulínica también se ha demostrado de utilidad en ciertos casos y la técnica consiste en inyectar una pequeña cantidad de toxina en el vientre muscular del músculo que presenta restricción.

En cuanto al estrabismo ocasionado por la descompresión orbitaria este sigue el mismo criterio de estabilización.

Cirugía de reposicionamiento palpebral

La cirugía palpebral es la última etapa, ya que grandes modificaciones de la posición de los músculos verticales en la cirugía del estrabismo pueden aumentar la retracción palpebral debido a la conexión anatómica de los complejos retractores de los párpado con los músculos verticales (recto superior e inferior). La cirugía está destinada a corregir la retracción palpebral para disminuir la exposición corneal y/o lograr la rehabilitación estética del paciente.

La técnica a emplear para lograr un resultado adecuado dependerá del grado de severidad de la condición del paciente.

Retracción palpebral superior

En casos de retracción mínima 1 a 1,5mm. La resección del Músculo de Müller puede ser suficiente, se realiza por vía conjuntival evertiendo el párpado, se escinde la conjuntiva sobre el borde superior del tarso y se diseca el músculo de Müller (que tiene inervación simpática y es el responsable de 1 a 2mm. de apertura palpebral) de la conjuntiva y de la aponeurosis del elevador del párpado, se reseca casi en su totalidad, no requiere sutura. Se sienta al paciente y se le solicita que mire hacia adelante para evaluar la posición del párpado. Como se mencionó esta técnica puede ser suficiente en pacientes con retracciones mínimas, si el resultado no es adecuado se deben agregar procedimientos adicionales que se tratarán a continuación.

Resección del músculo elevador del párpado

Es una cirugía compleja debido a la hemorragia que se produce durante el procedimiento y a la poca predictibilidad del resultado, lo que lleva a reoperaciones con frecuencia, el resultado estético tiende a ser mejor si se realizado una descompresión orbitaria previamente. La cirugía se realiza bajo anestesia local y sedación y para ello se marca antes de la infiltración con anestesia local el pliegue palpebral, se escinde la piel y el músculo orbicular, se identifica el Septum orbitario y se abre, luego se identifica la grasa preaponeurótica la que se diseca de la aponeurosis del elevador del párpado. Se libera el elevador del párpado de su inserción en el tarso y adicionalmente se diseca del Músculo de Müller, se sienta al paciente y se evalúa la posición, si persiste la retracción es necesario cortar el cuerno lateral del elevador que corresponde a la inserción de este en la órbita, nuevamente se evalúa la altura y si aún no es suficiente puede que sea necesario extirpar el músculo de Müller si no se ha hecho previamente y liberar la conjuntiva (Figuras 67A y 7B). En algunos casos puede que sea necesario reinsertar la aponeurosis del elevador del párpado para dar un contorno más natural al párpado superior, finalmente se sutura la piel. Otra técnica quirúrgica que ha estado tomando fuerza en el último tiempo es realizar una blefarotomía de espesor total del párpado en la que se deja un pequeño puente de conjuntiva y músculo de Müller para evitar sobre-corrección y mantener un contorno palpebral adecuado, para finalizar se cierra la piel con múltiples suturas separadas para evitar fístulas (Figura 8).

Foto intraoperatoria de reseción del músculo elevador del párpado: se aprecia la desinserción de éste y se trasluce el color del iris a través de la conjuntiva.
Figura 6.

Foto intraoperatoria de reseción del músculo elevador del párpado: se aprecia la desinserción de éste y se trasluce el color del iris a través de la conjuntiva.

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Foto preoperatoria de paciente con retracción palpebral severa del ojo izquierdo.
Figura 7A.

Foto preoperatoria de paciente con retracción palpebral severa del ojo izquierdo.

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Foto postoperatoria.
Figura 7B.

Foto postoperatoria.

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Foto intraoperatoria de técnica de blefarotomía donde se realiza una incisión palpebral de espesor total. Se aprecia puente de conjuntiva para mantener contorno adecuado del párpado.
Figura 8.

Foto intraoperatoria de técnica de blefarotomía donde se realiza una incisión palpebral de espesor total. Se aprecia puente de conjuntiva para mantener contorno adecuado del párpado.

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Adicionalmente se puede realizar una blefaroplastía superior, pero esta debe ser muy conservadora para evitar exposición corneal.

Corrección de la retracción palpebral del párpado inferior

La retracción palpebral inferior habitualmente es menos marcada que en el párpado superior, sin embargo esta puede ser severa en casos de exoftalmo o post cirugía de estrabismo en la que al retroceder el recto inferior puede generar una mayor retracción palpebral debido a las conexiones que existen entre el párpado y los músculos extraoculares.

En muchos paciente basta con resecar el retractor del párpado inferior que es una estructura equivalente en función al elevador del párpado superior, pero con una función inversa que consiste en permitir que el párpado inferior descienda cuando se mira hacia debajo de manera tal que no interfiera con la visión. La técnica quirúrgica consiste en realizar una incisión por vía conjuntival en el borde inferior del tarso y disecar el retractor del párpado inferior, que es una estructura principalmente aponeurótica, de la conjuntiva, no requiere sutura y como se mencionó habitualmente es suficiente con este procedimiento, además puede asociarse a una blefaroplastía transconjuntival inferior con lo que mejora considerablemente el aspecto estético del paciente en casos de herniación grasa. En casos de retracción mayor pude ser necesario la colocación de un injerto en el párpado inferior el que puede ser de cartílago auricular o tabique nasal, mi elección personal es mucosa del paladar duro que puede ser suturada directamente al borde inferior del tarso y a la conjuntiva dando soporte al párpado y permitiendo cubrir la zona expuesta de la córnea (Figuras 9 y 10).

Foto intraoperatoria de cirugía de reparación de retracción palpebral inferior donde se aprecia la sutura de injerto de mucosa de paladar en la cara posterior del párpado.
Figura 9.

Foto intraoperatoria de cirugía de reparación de retracción palpebral inferior donde se aprecia la sutura de injerto de mucosa de paladar en la cara posterior del párpado.

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Foto de la cavidad oral del paciente donde se aprecia la zona de toma de injerto del paladar.
Figura 10.

Foto de la cavidad oral del paciente donde se aprecia la zona de toma de injerto del paladar.

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Comentarios

El manejo quirúrgico de la Enfermedad de Graves es complejo desde varios puntos de vista, debemos considerar que con mucho mayor frecuencia afecta a mujeres en edad media de la vida y las complicaciones funcionales y estéticas que es capaz de producir pueden ser muy severas, además al tener un curso impredecible e independiente de las manifestaciones endocrinas hace aún más difícil su tratamiento. A esto se suma que la mayoría de los tratamientos quirúrgicos deben hacerse en la fase de inactividad por lo que el tiempo de espera para resolver las secuelas de la enfermedad pueden ser como en la mayoría de los casos muy largos. En términos generales demoramos aproximadamente dos años en rehabilitar una paciente que ha requerido cirugía de descompresión orbitaria, estrabismo y cirugía palpebral (Figuras 11A y 11B).

Foto preoperatoria de paciente con exoftalmo y retracción palpebral.
Figura 11A.

Foto preoperatoria de paciente con exoftalmo y retracción palpebral.

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Foto postoperatoria del resultado final de la misma paciente luego de ser sometida a mútiples cirugía reparadoras orbitarias y palpebrales.
Figura 11B.

Foto postoperatoria del resultado final de la misma paciente luego de ser sometida a mútiples cirugía reparadoras orbitarias y palpebrales.

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El autor declara no tener conflictos de interés, en relación a este artículo.

jueves, 17 de agosto de 2023

Autoinmunidad en la enfermedad de Addison

Abstracto

La enfermedad de Addison tiene una baja incidencia y es más frecuentemente el resultado de una enfermedad autoinmune en países desarrollados. La enfermedad de Addison puede presentarse como una entidad aislada o en combinación con otras enfermedades autoinmunes: la enfermedad de Addison puede ser parte de los distintos síndromes autoinmunes poliglandulares APS I y II. Los autoanticuerpos en pacientes con enfermedad de Addison aislada se dirigen contra las enzimas involucradas en la síntesis de esteroides, P45oc21, P45oscc y P45oc17. La enfermedad de Addison, tanto aislada como en el contexto de APS II, se ha asociado al haplotipo HLA-A1, -B8 y DR3. El valor de la mayor expresión de estas moléculas en las células adrenocorticales podría apuntar hacia una patogénesis infecciosa. Dada la prevalencia, hasta el 80 %, de autoanticuerpos en la enfermedad de Addison, así como el alto valor predictivo de desarrollar la enfermedad cuando los anticuerpos están presentes (41% en tres años), se aconseja el cribado de poblaciones de alto riesgo, como pacientes con otras endocrinopatías autoinmunes o sus familiares por la presencia de estos anticuerpos. La función adrenocortical de los pacientes con anticuerpos positivos debe controlarse anualmente.

Hipopituitarismo congénito

Introducción

El hipopituitarismo congénito (HC) se caracteriza por la deficiencia de 1 o más hormonas producidas por la hipófisis anterior o liberadas por la hipófisis posterior. La incidencia estimada de HC es de 1 cada 4.000 a 1 cada 10.000 nacidos vivos, siendo muchos casos esporádicos y sólo algunos con una causa genética determinada. (1)(2)(3)(4) Los recién nacidos a menudo son asintomáticos o se presentan con síntomas inespecíficos, lo que hace que el diagnóstico sea extremadamente difícil.

La glándula pituitaria juega un papel crítico en el crecimiento y en los procesos metabólicos y reproductivos. La pituitaria anterior consiste de 5 tipos de células que sintetizan y secretan 6 hormonas: somatotropas (hormona de crecimiento [GH]), corticotropas (hormona adrenocorticotrópica [ACTH]), tirotropas (hormona estimulante de la tiroides [TSH]), gonadotropas (hormona foliculoestimulante [FSH] y hormona luteinizante [LH]), y lactotropas (prolactina).(5)(6) Estas hormonas están directamente reguladas por factores liberados por el sistema neurosecretor parvocelular hipotalámico y transportados a través del sistema sanguíneo portal hipofisario.(7)

La hormona liberadora de hormona de crecimiento, la hormona liberadora de corticotropina (CRH), la hormona liberadora de tirotropina y la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) son liberadas por el hipotálamo para estimular la hipófisis anterior para que secrete GH, ACTH, TSH, y LH y FSH, respectivamente.(5)(8)(9)

La somatostatina inhibe la liberación de GH, y el factor inhibidor de prolactina inhibe la liberación de prolactina. El lóbulo posterior almacena y secreta oxitocina y hormona antidiurética (también conocida como “vasopresina”), producidas por los núcleos supraóptico y paraventricular del hipotálamo y mediado por estímulos neurales.(6)(10)

Los neonatos con HC pueden presentarse con deficiencias hormonales aisladas o con una combinación de múltiples deficiencias hormonales, algunas de los cuales pueden no manifestarse hasta más tarde.

El diagnóstico, sin embargo, puede ser complicado debido a que varios signos y síntomas pueden ser inespecíficos y pueden estar relacionados con un proceso de enfermedad. (2)

Dada la importancia de varias de las hormonas producidas por la hipófisis, el diagnóstico precoz es esencial para prevenir la morbilidad severa y la mortalidad. Esta revisión destaca el desarrollo normal y la organogénesis de la glándula pituitaria, las causas genéticas selectivas de HC, la presentación clínica en el período neonatal asociada con deficiencias hormonales específicas y, por último, los métodos actualmente recomendados para un diagnóstico y manejo precisos de los neonatos con sospecha de HC.

Embriología y desarrollo

La glándula pituitaria deriva del tejido ectodérmico. La adenohipófisis (lóbulo anterior) se origina en el ectodermo oral (orofaringe primitiva, bolsa de Rathke) y la neurohipófisis (hipófisis posterior y tallo) deriva del ectodermo neural (infundíbulo, engrosamiento en la base del diencéfalo).

El hipotálamo, que se desarrolla simultáneamente pero independientemente de la hipófisis, surge a partir de la porción ventral del diencéfalo. Aunque el hipotálamo y la hipófisis son funcionales a las 12 semanas de gestación, el eje hipotálamo-hipófisis se desarrolla más tarde alrededor de las 18 a 20 semanas de gestación, y continúa madurando durante el resto de la gestación y el período posnatal. (2)(11)(12)(13)

El desarrollo normal de la hipófisis depende de la cascada temporal y espacial de moléculas de señalización y factores de transcripción.

La primera molécula señalizadora secretada es BMP4, seguida de FGF8, que activa 2 genes reguladores clave—LHX3 y LHX4—que son críticos en la maduración de la bolsa rudimentaria a una bolsa definitiva. (3)(5)(11)(12)

Los tipos de células dentro de la pituitaria anterior se desarrollan en un orden específico, controlado por una expresión coordinada y la regulación de diversos factores de transcripción (5)

Los factores de transcripción involucrados en la diferenciación celular de la glándula pituitaria incluyen PIT1,PROP1HESX1 y LHX3. Las primeras células en diferenciarse son las corticotropas y las tirotropas ventrales, seguidas de las somatotropas, tirotropas dorsales, gonadotropas y lactotropas. (3)(14)(15)(16) Los defectos en cualquier parte de esta secuencia de desarrollo podrían conducir a deficiencias hormonales aisladas o múltiples con o sin déficit extrapituitario.

Causas genéticas selectivas de hipopuitarismo

Cuando el HC es causado por mutaciones genéticas en los genes involucrados en la organogénesis temprana, es típicamente parte de un síndrome que implica defectos extrahipofisarios y anomalías de la línea media como labio leporino y/o paladar hendido. (5) Por el contrario, las mutaciones en genes involucrados en etapas posteriores de desarrollo tienden a resultar en fenotipos variables de deficiencias hormonales pituitarias combinadas (DHPC) sin la presencia de defectos extrahipofisarios. (3)

Variantes de displasia septo-óptica

La displasia septo-óptica (DSO) se clasifica por la presencia de al menos 2 de los siguientes: hipoplasia del nervio óptico, anomalías de línea media (ej., agenesia de cuerpo calloso, ausencia del septum pellucidum), y/o hipoplasia hipofisaria con hipopituitarismo. (17)(18) La DSO ocurre en 1 de cada 10.000 nacimientos, y los factores de transcripción implicados incluyen HESX1SOX2SOX3 y OTX2, aunque la mayoría de los casos no tienen mutación identificable. (18)

Las anormalidades endócrinas involucradas varían, siendo la más común la deficiencia de GH, seguida de deficiencias de TSH y ACTH y deficiencias variables de gonadotropina. (3)(9)(19)(20) En el neonato, el nistagmo errante es a menudo un reflejo de hipoplasia del nervio óptico y ceguera y debe despertar la sospecha de DSO. (2)

Síndrome de interrupción del tallo hipofisario

El síndrome de interrupción del tallo hipofisario es una anomalía congénita de la glándula pituitaria definida por la tríada de un tallo pituitario delgado o interrumpido, ausencia de o hipófisis posterior ectópica (HPE), e hipófisis anterior pequeña o ausente. (21) Los pacientes pueden tener una deficiencia aislada de GH o DHPC, y puede presentarse con hipoglucemia, ictericia, micropene y/o criptorquidia en neonatos. Se han reportado mutaciones raras en HESX1LHX4OTX2SOX3 y PROKR2, entre otras. (22)

Más recientemente, se han identificado mutaciones en GPR161 en 2 hermanos que presentaban baja estatura, restricción del crecimiento, y antecedentes de episodios de hipoglucemia en el contexto de GHD, hipoplasia de pituitaria anterior y HPE. (23) Estos niños también tenían un quinto dedo corto, ptosis unilateral, y alopecia congénita.(23)

Deficiencias hipofisarias en el síndrome CHARGE

El síndrome CHARGE es una malformación autosómica dominante que involucra varios sistemas de órganos. Se caracteriza por la presencia de coloboma, defectos de los nervios craneales, defectos cardíacos, atresia de coanas, retraso en el crecimiento y desarrollo, genitales anormales o subdesarrollados debido a hipogonadismo hipogonadotrófico y anomalías del oído con pérdida de la audición neurosensorial. (24)(25) Entre los pacientes con síndrome CHARGE, se encontró que la mayoría tenía algún tipo de trastorno endocrino, incluyendo baja estatura, hipogonadismo hipogonadotrófico, hipotiroidismo y DHPC, la mayoría con mutaciones en CHD7(24)(25)(26)

PROP1

PROP1 codifica una proteína homeodominio de tipo pareada esencial para la represión de HESX1 y la expresión de POU1F1; es fundamental para el desarrollo de la mayor parte de las células de la hipófisis anterior y, por lo tanto, puede presentarse con múltiples deficiencias de hormonas hipofisarias. (3)(27) Las mutaciones recesivas de PROP1 a menudo presentan deficiencias de GH temprano en la vida y pueden también presentarse con deficiencia de gonadotropina, incluyendo micropene, criptorquidia, ausencia de pubertad y/o esterilidad. La TSH y la ACTH suelen ser normales en el recién nacido, pero las deficiencias de estas hormonas pueden manifestarse tarde en la vida. (27)(28)

POU1F1 (anteriormente conocido como PIT-1)

POU1F1 es un factor de transcripción específico de la hipófisis responsable de la diferenciación de células somatotropas, lactotropas, y tirotropas, que secretan GH, prolactina y TSH, respectivamente. (3)(29) La mayoría de las mutaciones reportadas son autosómicas recesivas, aunque se han reportado 5 mutaciones autosómicas dominantes. (8)(16) Similar a las mutaciones de PROP1, las manifestaciones tempranas pueden deberse a la deficiencia de GH, con individuos que presentan retraso temprano en el crecimiento y falla de medro. También pueden ocurrir manifestaciones tardías de deficiencia de TSH. (3)(8)(16)

LHX3: hipopituitarismo con anomalías de la columna

El gen LIM homeobox 3 (LHX3) está involucrado en la compleja cascada de señalización del desarrollo pituitario y la maduración de la bolsa de Rathke, siendo esencial en la diferenciación de células gonadotropas, tirotropas, somatotropas y lactotropas. (3) Las mutaciones en LHX3 típicamente resultan en deficiencia de GH, TSH, prolactina y LH/FSH; más recientemente, se ha informado deficiencia de ACTH. (30) Los pacientes comúnmente se presentan con columna cervical rígida con movimiento limitado del cuello y el tronco, así como con diversos grados de pérdida de la audición neurosensorial. (30)

LHX4: hipopituitarismo con hallazgos cerebelosos e insuficiencia cardíaca

El gen LHX4 está involucrado en la invaginación de la bolsa de Rathke y también se cree que juega un papel en la estrecha coordinación del desarrollo del cerebro y la forma del cráneo. Mutaciones heterocigotas han resultado en hipopituitarismo variable con deficiencias de GH, TSH, ACTH y gonadotropinas. (3) Los recién nacidos con múltiples deficiencias hormonales relacionadas con la mutación de LHX4 también pueden presentarse con insuficiencia cardíaca, que puede tratarse exitosamente con hidrocortisona y tiroxina. (31)

TBX19: Deficiencia aislada de ACTH

La deficiencia aislada de ACTH es extremadamente rara y es causada principalmente por mutaciones recesivas en TBX19 (anteriormente TPIT). Los recién nacidos presentan hipoglucemia severa que puede resultar en convulsiones e ictericia colestásica persistente. Los hallazgos de laboratorio incluyen concentraciones basales bajas de ACTH y cortisol con una pobre respuesta de ACTH a CRH. El diagnóstico rápido es crítico ya que esto puede ser una causa potencial de muerte durante el período neonatal si la terapia de reemplazo no es iniciada inmediatamente. (32)

IGSF1: Hipotiroidismo central y macroorquidia

IGSF1 se localiza en Xq26 y se expresa en la hipófisis (células somatotropas, lactotropas, tirotropas) y testículos. Las mutaciones en el gen IGSF1 están ligadas al cromosoma X y son la causa más frecuente de hipotiroidismo congénito aislado. (33) Los varones se presentan con hipotiroidismo central congénito, pubertad retrasada y macroorquidia del adulto, con algunos también presentando deficiencias de GH y prolactina. Las mujeres afectadas típicamente presentarán hipotiroidismo central que se manifiesta al nacer, con deficiencias posteriores de prolactina y gonadotropinas que llevan a pubertad retrasada. (3)(33)

Presentación clínica y diagnóstico

El HC es difícil de detectar en el recién nacido. Los signos presentes en el período neonatal son a menudo inespecíficos y pueden incluir hipoglucemia, letargo, apnea, alteraciones electrolíticas, inestabilidad hemodinámica, escasa ganancia de peso y dificultad con la alimentación.

El peso y la talla al nacer tienden a ser normales.

Algunos bebés pueden presentar anomalías genitales, malformaciones oculares y/o defectos de la línea media asociados, con la presentación clínica y la gravedad dependiendo de las deficiencias hormonales específicas presentes. (2)

Un alto índice de sospecha para HC y la implementación temprana de la terapia de reemplazo es fundamental para evitar la descompensación clínica y resultados devastadores. Desafortunadamente, la sensibilidad y especificidad de muchas de las pruebas diagnósticas disponibles son limitadas en recién nacidos, especialmente en prematuros, por la falta de valores normativos y su propia inmadurez del eje hipotálamo-hipofisario. (2)

Además, debido a la naturaleza inespecífica de muchos de los signos presentes durante el período neonatal, el diagnóstico puede retrasarse. Los neonatos con una deficiencia combinada de ACTH y GH pueden presentarse con hipoglucemia hipocetósica grave que es difícil de diferenciar del hiperinsulinismo congénito.

Por lo tanto, en un neonato con hipoglucemia persistente, la evaluación de deficiencias de hormonas hipofisarias debe acompañarse de la evaluación de la secreción inadecuada de insulina para permitir un diagnóstico y tratamiento adecuados. (9)(34) Además, la colestasis y la hepatitis neonatal también pueden ser manifestaciones de DHPC o de deficiencias aisladas de TSH o ACTH y por lo tanto deben estar en el diferencial. (35)(36)(37)

La evaluación diagnóstica ante la sospecha de HC debe incluir pruebas basales de función hipofisaria y pruebas de estimulación dinámica si es necesario, así como una resonancia magnética (RM) cerebral. La ultrasonografía a través de la fontanela anterior puede discernir malformaciones de la línea media del cerebro; sin embargo, se prefiere la RM debido a su mayor sensibilidad.

Todos los recién nacidos con sospecha de HC deben ser evaluados para hipoplasia del nervio óptico, defectos de la línea media o síndromes, incluso aquellos con evaluaciones endocrinas iniciales normales, dado que ciertas deficiencias pueden no manifestarse hasta más tarde. (17)(19) Si la DSO es una consideración, también se debe realizar un examen oftalmológico. También debe realizarse una evaluación genética. Una vez que se realiza el diagnóstico de HC y se inician las terapias de reemplazo, es esencial el seguimiento cuidadoso y el monitoreo de manifestaciones tardías de otras hormonas hipofisarias.

Deficiencia de GH

La deficiencia de GH puede ser aislada o combinada con otras deficiencias de hormonas hipofisarias. Es la hormona hipofisaria más afectada en la infancia. (3)(7) Los recién nacidos pueden presentarse con hipoglucemia y/o micropene (longitud del pene estirado <2,5 cm en recién nacidos a término, <2 cm a las 34 semanas de gestación, y <1,5 cm a las 30 semanas de gestación). (38)

La deficiencia de GH no causa restricción del crecimiento intrauterino, y la mayoría de los neonatos tienen peso y longitud normales al nacer. La deficiencia de GH típicamente afecta el crecimiento lineal posnatal hasta aproximadamente los 6 a 9 meses de edad. También es importante reconocer una historia familiar de baja talla debido a la presencia de una variante familiar autosómica dominante de deficiencia de GH.(2)

La evaluación de la deficiencia de GH en el recién nacido es complicada porque los niveles de GH están tónicamente elevados en la primeros pocos días hasta la primera semana después del nacimiento. Además, la medición del factor de crecimiento similar a la insulina 1, que es estimulado por GH, no puede usarse en neonatos porque el nivel permanece bajo durante al menos los primeros 15 a 18 meses de vida. Una concentración aleatoria de GH superior a 10 ng/mL (10 mg/L) sugiere una secreción adecuada. (2)

Alternativamente, un nivel de GH menor o igual a 5 ng/mL (5 mg/L) durante los primeros 7 días después del nacimiento acompañado de otras deficiencias de hormonas hipofisarias o la tríada clásica de HPE, hipoplasia de hipófisis anterior, y tallo anormal es suficiente para diagnosticar deficiencia de GH. (39)

Un estudio reciente de Binder y col. sugirió que un límite de GH de menos de 7 ng/mL (7 mg/L), medido en una tarjeta de tamizaje neonatal utilizando un ensayo de inmunoadsorción ligado a enzima policlonal sensible, proporcionó 100% de sensibilidad y 98% de especificidad en el diagnóstico de la deficiencia de GH. (40) Una GH baja en el contexto de hipoglucemia por sí sola no es suficiente para diagnosticar la deficiencia de GH.

Deficiencia de ACTH

Los recién nacidos con deficiencia de ACTH pueden presentar hipoglucemia, hiponatremia sin hiperpotasemia, colestasis, y falla de medro. La deficiencia de ACTH en un recién nacido rara vez se presenta como una crisis suprarrenal aguda porque la insuficiencia de cortisol suele ser leve. (2)(3)

La colestasis puede presentarse en las primeras 2 semanas de vida y es causada por una deficiencia de cortisol, lo que conduce a alteraciones en el flujo de bilis, que posteriormente da lugar a anomalías en la síntesis y el transporte de ácidos biliares. (36)

La deficiencia de cortisol también puede enmascarar una diabetes insípida porque se requiere cortisol para la excreción de agua. Por lo tanto, los síntomas de la diabetes insípida pueden no manifestarse hasta después del inicio de la terapia con hidrocortisona. (41)(42)

El diagnóstico de deficiencia de ACTH puede ser difícil en los recién nacidos debido a su falta de variación diurna, que no se establece hasta por lo menos los 2 meses de edad. Aunque la hipoglucemia relacionada con la deficiencia de cortisol puede ser grave, los niveles bajos de cortisol durante los episodios de hipoglucemia tienen baja especificidad y por lo tanto no se debe confiar únicamente en los mismos para el diagnóstico de deficiencia de ACTH. (43)

En cambio, la prueba de estimulación con ACTH o CRH es necesaria para evaluar el eje hipotálamo-hipofisario correctamente. (2) Sin embargo, los neonatos con HC pueden inicialmente tener resultados falsamente normales cuando la prueba de función suprarrenal es realizada poco después del nacimiento debido a reservas adecuadas por la estimulación de la CRH placentaria. Por lo tanto, se recomienda que la prueba de estimulación con ACTH se repita dentro de las 3 a 4 semanas de las pruebas iniciales para tener un diagnóstico oportuno de insuficiencia suprarrenal central en estos lactantes. (44)

Deficiencia de TSH

Los neonatos con deficiencia de TSH a menudo son asintomáticos pero pueden presentarse con ictericia prolongada, aumento de la somnolencia, alimentación deficiente/lenta y constipación. (45) Los neonatos también pueden presentar desregulación de la temperatura, macroglosia, hernia umbilical, piel seca, facies tosca, fontanela anterior ensanchada, reflejos retardados e hipotonía. (45)(46)

En un bebé con anomalías del sistema nervioso central, se debe considerar el hipotiroidismo secundario que puede ser pasado por alto en el cribado neonatal.

El diagnóstico precoz de la deficiencia de TSH es fundamental debido a la importancia de la hormona tiroidea para el normal desarrollo cerebral en la primera infancia. Además, la deficiencia de TSH ocurre más comúnmente con otras deficiencias hipofisarias. Por lo tanto, la evaluación cuidadosa de la deficiencia concurrente de otras hormonas es crítica. (45)(47)

El diagnóstico de hipotiroidismo central o hipotiroidismo secundario debido a disfunción hipofisaria o hipotalámica se basa en una tiroxina libre baja (T4; <0,8 ng/dL [10,3 pmol/L]) en el contexto de una TSH baja o normal. (47) Sin embargo, esto puede malinterpretarse como síndrome eutiroideo en un neonato estresado y también puede ser confundido por una infusión de dopamina, que puede suprimir los niveles de T4 y TSH en lactantes de muy bajo peso al nacer. (2)(48)

Deficiencia de gonadotropina

La deficiencia de gonadotropina (DG) puede ocurrir como hipogonadismo hipogonadotrófico aislado o como parte de una DHPC. Los niños con DG pueden presentar micropene, con o sin testículos no descendidos, principalmente debido a los bajos niveles de LH, que es responsable de mantener los niveles de testosterona en el feto. (3)(28)

El micropene se define por una longitud del pene estirado de menos de 2,5 cm en un recién nacido a término, menos de 2 cm a las 34 semanas de gestación, y menos de 1,5 cm a las 30 semanas de gestación. (38)(49) L

Las niñas con DG se presentan con genitales normales porque los genitales femeninos se desarrollan independientemente de la secreción hormonal y por lo tanto no se ven afectados por la DG. Las niñas afectadas son asintomáticas al nacer y la DG generalmente no se identifica hasta que la pubertad no ocurre en la adolescencia. (25)

El diagnóstico de DG puede ser difícil y, a menudo, requiere prueba de estimulación con GnRH para evaluar precisamente la secreción de LH y FSH. Niveles aleatorios de LH, FSH y esteroides sexuales (testosterona y estradiol) pueden ser útiles si se obtienen durante la mini-pubertad cuando la activación transitoria del eje hipotálamo-hipofisario-gonadal conduce a un aumento de LH y FSH, que posteriormente estimula la producción de testosterona en lactantes varones y de estradiol en lactantes mujeres. (50)

La mini-pubertad ocurre en los primeros 6 meses en los bebés varones y en los primeros 2 años en niñas lactantes. (50)(51)(52)  También se pueden medir los niveles de hormona anti-mülleriana (AMH). En lactantes varones con gónadas no palpables, la AMH ha demostrado tener una sensibilidad del 92% y una especificidad del 98% para detectar la ausencia de tejido testicular. (53)

Consideraciones de manejo

El inicio del tratamiento para el HC generalmente depende de la gravedad de los síntomas y las deficiencias hormonales presentes.

Los neonatos que presentan hipoglucemia severa como resultado de la deficiencia de GH y/o ACTH requerirán reposición inmediata de GH y glucocorticoides.

En neonatos con deficiencia de TSH, es importante evaluar también la insuficiencia suprarrenal debido al aumento de la eliminación de cortisol con la terapia de reemplazo de hormona tiroidea. Por lo tanto, si hay deficiencia simultánea de ACTH/cortisol, el tratamiento con glucocorticoides necesita ser iniciado antes del reemplazo de la hormona tiroidea. (54)

En neonatos con colestasis, serán necesarias dosis más altas de levotiroxina e hidrocortisona debido a la deficiencia de absorción causada por la colestasis, pero necesitarán ser reajustadas una vez que la colestasis resuelve.(55)

Para la deficiencia de GH, se administra hormona de crecimiento humana recombinante (rhGH) por vía subcutánea una vez al día, con una dosis inicial que oscila entre 20 y 35 mg/kg/día (0,16–0,24 mg/kg por semana). (56)(57)

El tratamiento con rhGH puede administrarse mientras las epífisis aún están abiertas, con mayor respuesta de crecimiento observada cuando el tratamiento se inicia temprano y continúa hasta que se completa el crecimiento lineal. (58) Es fundamental iniciar el tratamiento con rhGH en recién nacidos que presenten hipoglucemia para evitar que se produzcan episodios posteriores.

Cuando a un recién nacido se le diagnostica deficiencia de ACTH, la terapia de reemplazo debe iniciarse de inmediato. La hidrocortisona es el glucocorticoide preferido debido a sus efectos menos potentes sobre el crecimiento y la salud ósea en comparación con otros glucocorticoides. Estudios recientes han demostrado que los neonatos prematuros tienen una tasa de producción de cortisol de 7 mg/m2 por día en la primera semana después del nacimiento y 6 mg/m2 por día en la semana siguiente. (59)(60)

La dosis inicial de mantenimiento de hidrocortisona suele comenzar con 9 a 12 mg/m2 por día dividida en 3 dosis, que es superior a la utilizada en bebés mayores debido a una mayor tasa de secreción de cortisol en neonatos. Durante enfermedades agudas y períodos de estrés, esta dosis debe ser al menos triplicada. Dado que la deficiencia de cortisol puede enmascarar una diabetes insípida, es fundamental monitorear de cerca el balance de líquidos y electrolitos al iniciar la terapia con hidrocortisona. (32)(42)(59)

La levotiroxina es el tratamiento de elección para los recién nacidos con deficiencia de TSH. El tratamiento del hipotiroidismo congénito en recién nacidos normalmente comienza con 10 a 15 mg/kg por día de levotiroxina con el objetivo de mantener los niveles de T4 libre en el rango superior de la normalidad. (46)(61)(62)

La rápida normalización de la función tiroidea es esencial para lograr un óptimo resultado del desarrollo neurológico y se ha demostrado que con el inicio a estas dosis se alcanzan niveles normales de T4 o T4 libre dentro de los 3 días y de TSH dentro de las 2 semanas. (61)(62)

En recién nacidos masculinos con micropene y DG, los objetivos terapéuticos son generalmente aumentar el tamaño del pene y estimular el crecimiento testicular. Se ha demostrado que la terapia de reemplazo de testosterona aumenta el tamaño del pene y estimula el desarrollo del escroto cuando se inicia en los primeros 6 meses. (38) Terapias más recientes que utilizan infusiones de LH y FSH recombinantes han mostrado resultados prometedores con respecto al crecimiento y la función testicular. (63)(64)

Conclusión

El HC puede ser difícil de diagnosticar, particularmente en el período neonatal. Los signos y síntomas a menudo son inespecíficos y pueden solaparse con otros procesos patológicos.

El neonatólogo debe considerar las deficiencias de hormonas hipofisarias en circunstancias específicas para que no se retrase el diagnóstico. También es importante resaltar el hecho de que ciertas variables de confusión pueden jugar un papel en el diagnóstico preciso de ciertas deficiencias en la población neonatal. Esto incluye el uso de infusión de dopamina, que puede conducir a niveles reducidos de TSH, T4 y prolactina en lactantes de muy bajo peso al nacer.

La hepatitis neonatal inexplicable, la colestasis (especialmente cuando está presente en las 2 primeras semanas después del nacimiento), y la hipoglucemia grave deben provocar una evaluación para deficiencias de hormonas hipofisarias.

La presencia de cualquier anomalía del sistema nervioso central o de línea media también debe impulsar una evaluación para HC. El reconocimiento temprano y el rápido inicio de la terapia de reemplazo hormonal son fundamentales para lograr resultados óptimos y evitar una morbi-mortalidad devastadora en el recién nacido.

Comentario
  • Los neonatos con HC pueden presentarse con deficiencias hormonales aisladas o con una combinación de múltiples deficiencias hormonales, algunas incluso con manifestaciones tardías.
     
  • El diagnóstico puede ser complicado debido a que varios signos y síntomas pueden ser inespecíficos y pueden estar relacionados con un proceso de enfermedad.
     
  • Dado que las hormonas producidas por la hipófisis juegan un rol crítico en el crecimiento y en los procesos metabólicos y reproductivos, el diagnóstico precoz es esencial para instaurar el tratamiento adecuado inmediato y prevenir la morbilidad severa y la mortalidad en esta población de pacientes.